Monday, January 28, 2008



Bueno, tardó pero llegó: ¡un nuevo capítulo de Sueños Rotos! Comenten, comenten.

4-Las peores duplas

A cada día que transcurría, las lluvias que castigaban los terrenos del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería hacían el ambiente más y más frío, indicando la proximidad casi inminente del invierno. Por lo tanto, era con gran alegría que la mayoría de los estudiantes se dirigían a las clases de Pociones, pues el calor de las llamas que calentaban los oscuros calderos era un aliento muy bienvenido. Era en esa mazmorra llena de vapores humeantes y casi mareantes que el profesor de Pociones de la escuela y director de Slytherin, el profesor Slughorn, se mostraba empeñado en preparar a los alumnos de séptimo año para las pruebas de los EXTASIS que tendrían al final del año escolar.
Casi todos los estudiantes prestaban atención a los intrincados detalles de una complicada poción de encoger que el profesor ponía en el pizarrón, excepto por dos estudiantes de Slytherin, que cuchicheaban bajito entre sí. El primero era un guapo muchacho de cabello negro, ojos verdes y modales refinados y calculados, indicativo de una educación regida por la atención minuciosa a las reglas de etiqueta. El segundo era un joven con el rostro lleno de pecas y el cabello castaño claro. Como su amigo, también parecía ser obra de refinada educación. Eran Maxwell Sinn y Stanford Lecter, descendientes de familias muy antiguas y tradicionales en los círculos de magos de Inglaterra e Irlanda. Pero bajo esa apariencia gentil y amable, se escondían dos víboras venenosas.
—Mi querido Max, hice todo exactamente como me lo pediste. Ahora tu leoncita es mi pareja en el Club de Duelos. Sólo no logro entender cómo mi proximidad con ella en ese tal club te va a ser útil para transformarla en una gatita mansa.
—Stan, sé lo que estoy haciendo, lo tengo todo calculado. Sólo quiero ver por ahora que tú estés dando lo mejor de ti en este club. Y no te dejes engañar porque Elizabeth sea mujer, ella es muy buena en el manejo de la varita, no es cualquier hechizo que va a intimidarla. Y también quiero de ti un relato minucioso de todo lo que esté sucediendo en esos encuentros.
El irlandés se encogió de hombros.
—Si eso es lo que deseas, Max. Pero aún no logro comprender, mi estimado, por qué tanto empeño con esta muchacha. Tú eres, ciertamente, uno de los mejores partidos de esta escuela, muchas doncellas de sangre pura como nosotros caerían a tus pies en un chasquear de dedos, pero tú prefieres amarrarte a la más salvaje de todas.
El joven de pelo negro estrechó ligeramente los ojos y sonrió maliciosamente.
—Elizabeth es especial, Stan, una mujer como pocas, la única que conocí que es realmente digna de volverse una Sinn. Ella posee un raro porte de reina, un magnetismo capaz de superar al de mi cuñada. Es una pena que mi adorada noviecita no se dé cuenta de eso y se deje contaminar por esa plebe. Pero no es sólo por eso que la quiero, Stan. Elizabeth representa un desafío sin igual, y doblegarla a mi voluntad será una de las mayores victorias de mi vida.
—Oyéndote hablar así, llego a tener hasta casi pena de Black-Thorne —concluyó Lecter en un murmullo.
Pero el joven Sinn ya estaba demasiado ocupado observando a su prometida como para prestar atención alguna a las últimas palabras de su amigo.
Mientras tanto, la joven que era tema de conversación de los dos muchachos, picaba algunos abejorros con su estilete. Estaba tan concentrada en su tarea que no escuchó el llamado de su mejor amiga, Marion, que tuvo que darle un leve codazo para llamar su atención.
—Betsy, ¿me estás escuchando? —preguntó la joven negra.
—¿Qué pasa, Marion? —respondió la pelirroja, levantando los ojos, aún algo distraída.
—Los abejorros, tenemos que colocarlos pronto en la poción. Está ya azulada, se va a pasar del punto y perderemos todo nuestro trabajo.
—Disculpa —dijo Elizabeth, pasándole el tazón con los insectos a su amiga, que depositó todo el contenido en el recipiente hirviente.
—¿Qué te pasa hoy, Betsy? Parece que estás lejos de aquí.
—Nada, Marion, sólo estoy algo molesta, sólo eso...
—¿Molesta con qué? —la negra parecía un poco preocupada.
—Con el Club de Duelos.
—¡¿QUÉ?! —exclamó Marion, lo que hizo llamar la atención al profesor de Pociones, que las miró reprobadoramente.
Marion le sonrió inocentemente al profesor de Pociones y le señaló el caldero, como si la causa de su repentino tumulto fuese algo relacionado con la tarea exigida, lo que calmó un poco el ánimo de Slughorn.
Volviéndose nuevamente hacia su amiga, Marion continuó:
—¿Cómo que estás molesta con el club? ¿Me arrastraste hacia esa locura y ahora te vas a echar para atrás?
—No, no es nada de eso, Mari, entendiste mal. Yo realmente quiero continuar en el club, lo que me está irritando es la porquería de pareja que me tocó —respondió con una mueca de disgusto—. ¿Por qué ese engominado de Lecter tuvo que ir a hablar conmigo?
—Creo que estás exagerando, Betsy. Todo bien que Lecter es un idiota elitista de la peor clase, pero las cosas podrían ser peores. Yo sinceramente no tengo de qué quejarme.
Elizabeth esbozó una sonrisa pícara.
—Claro que no, sabandija, porque ese estudiante de Ravenclaw que fue a hablar contigo ya te invitó a salir en el próximo paseo a Hogsmeade. Sólo tú para arreglar un encuentro en un Club de Duelos...
—Yo no fui la única en arreglar un compañero de duelo. Sirius ya está a los besos con esa chica de Hufflepuff que está de dupla con él —respondió la negra, displicente.
—El bellaco de mi primo no cuenta... ustedes dos son harina del mismo costal, sólo tienen puré de calabaza en la cabeza —Betsy sacudió la cabeza, poniendo los ojos en blanco. Ya se había resignado con la falta de juicio de su amiga y su primo—. ¡El club es algo serio! Por eso estoy tan furiosa. ¿Cómo voy yo a descubrir mis límites con alguien tan lleno de nometoques como Lecter?
—¡Betsy, eres realmente complicada! ¿Qué querías? ¿Tener la misma suerte de Longbottom y tener a Bellatrix Black como dupla?
—¿Por qué no, Mari? Bellatrix es una de las mejores en el manejo de la varita que yo he visto, ella sí sería perfecta para ayudarme a prepararme para mi entrenamiento como auror. Ella o inclusive mi primo Kamus.
Marion no logró esconder la expresión de completa sorpresa al escuchar las palabras de su mejor amiga. Toda su creencia de que Elizabeth era una persona sensata parecía haberse caído por el suelo en ese momento.
—¡No puedo creer lo que acabo de escuchar! Siempre pensé que tu familia era un puñado de locos, quiero decir, con gente como Bellatrix, Narcisa, Ludovic, Ivory y ese hermano de Sirius, era como para sospechar de la falta de salud de ustedes. Pero creí que tú, Aldo y el perrito eran la excepción a la regla, pero veo que tendré que revisar mis conceptos. Sinceramente, no conocía esas tendencias suicidas.
—¡Mari, no exageres! Sólo digo que estoy en el club para valerme, no por hobbie.
—Si es así, amiga, ¿por qué no hablas con McLaggen y le pides para cambiar de pareja?
Betsy suspiró resignadamente. Ojalá pudieran las cosas pudieran ser tan simples como Marion hacía parecer. Ella misma había pensado en esa posibilidad varias veces desde la última reunión del Club; sin embargo, sabía que había un obstáculo grande e importante que le impedía hablar con el profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras.
—Bueno, no hablé con McLaggen exactamente porque no soy la loca que acabas de pintar —respondió—. Después de todos esos meses conviviendo con el profesor, ¿crees que realmente él va a cambiar de idea tan fácilmente sobre las duplas formadas en el primer día del club? Él es la persona más rígida que he conocido, creo que casi iguala a mi madre. Sinceramente, me encantaría saber quién es el suficientemente idiota como para contrariar a nuestro profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras. Así que no tengo más remedio que conformarme con el estúpido de Stan por el resto del semestre.



Saturday, January 05, 2008



Hola a todos, he vuelto de mi receso de fin de año. Como regalo de reyes adelantado, les traigo aquí el resto de este capítulo. Espero que lo disfrute y, por favor, comenten. Saludos, Corina.

Para inmensa felicidad de Elizabeth, que aguardaba ansiosa el inicio del Club de Duelos desde que comenzó el día, el final de la tarde llegó mucho más rápido de lo que ella creyó. Poco más de quince minutos antes de la hora determinada por el rígido profesor McLaggen como la que daría inicio a las actividades del club, la pelirroja ya se adentraba al lugar de encuentro, acompañada por su mejor amiga, Marion Peterson.
—¡Vaya! Ya hay mucha gente aquí, ¿no? —comentó la joven negra.
—Ya te dije que hay un montón de interesados en este club, Mari, por lo menos en el primer día, para ver qué se hará exactamente en los próximos encuentros. Mira allá, los chicos ya están aquí —dijo la pelirroja, señalando a sus compañeros de casa—. James, Sirius —saludó—. ¿Podemos quedarnos aquí con ustedes?
—Claro que sí, Betsy. No me extraña verte aquí; ¿pero tú, Peterson, en un club de duelos? ¿Qué vientos te traen?
—Bien, señor Black, estoy aquí por los mismos motivos que te llevaron a optar por Adivinación en vez de Runas Antiguas, si es que me entiendes —le guiñó un ojo—. Estoy comprobando el material...
—Pues creo que estás perdiendo el tiempo, Marion —dijo James en tono bromista—. Ya sabes que los dos mejores partidos de esta sala somos Sirius y yo.
—Ustedes dos pueden ser los galanes de la escuela, queridos míos, pero para mí son cartas fuera de la baraja. Tú, Potter, ya estás con el corazón encadenado; qué pena que Lily sea tan ciega como para darse cuenta de eso. En cuanto a Sirius, bien, él es Sirius...
—¡¿Cómo así?! —preguntó Black, fingiendo estar ofendido.
—Sólo estoy diciendo que tienes un genio tan fuerte como el mío, y lo que verdaderamente quiero es un chico que esté rendido a mis pies.
—Cómo eres malvada, Marion —continuó el joven de ojos azules, divertido—. ¿Estás segura de estar en la casa correcta?
—Bueno, ya medité de ir a Slytherin, pero creí que mis talentos serían mejor apreciados entre los de Gryffindor.
—Quien no te conociera diría que todo lo que dijiste es verdad. Marion Peterson, la destructora de los corazones masculinos de Hogwarts —rió Betsy.
—¿Y quién dice que no es verdad? Como Sirius acaba de decir, yo soy malvada, sólo finjo ser buenita. ¿No acostumbran a decir que las chicas buenitas van al cielo y las malvadas a todos los lugares? Yo lo que quiero más es divertirme.
—Está bien, Marion, te creo... Y entonces, muchachos, ¿vamos a ser nosotros cuatro de nuestra clase?
—Frank también viene —respondió James—, dijo que no se perdería esto por nada. Creo que, junto contigo, es el alumno que más quiere ser auror en toda Hogwarts y cree que el Club podrá ayudarlo.
—Con nosotros cuatro y Frank, creo que tenemos buen equipo, a pesar de ser ustedes dos medio locos... pero primero tenemos que esperar para ver cómo el profesor divide el grupo.
A medida que la hora para el inicio al primer encuentro del Club de Duelos se acercaba, nuevos estudiantes se adentraron al recinto. Cuando un muchacho delgado y de ojos y cabello muy negros llegó, Elizabeth no dejó de notar el fuerte codazo que Sirius le dio a James.
—Mira quién está ahí, Cornamenta. Nuestro amigo Grasiento.
—Este club se está volviendo cada vez más divertido, mi querido Canuto.
Betsy puso los ojos en blanco, impaciente. Esos dos nunca madurarían.
—Cuidado con lo que estén tramando. Saben muy bien que el profesor McLaggen es rígido con la disciplina...
—No nos vas a echar una bronca, ¿verdad?
—¡Claro que no, Potter! Te estás confundiendo de pelirroja, yo no soy Lily. Tampoco soy la madre de ustedes, ya son mayores de edad y pueden hacer lo que quieran, a pesar de que yo en realidad creo que Snape no se merece nada de lo que ustedes conspiran contra él. En el fondo, por detrás de esa máscara de quien chupó un limón, estoy segura que existe un muchacho muy agradable, tal vez un poco inseguro, pero su arrogancia es sólo un disfraz...
—Sólo dices eso porque él es amigo de tu prometido... —replicó James, mientras se acomodaba sus anteojos.
Elizabeth se encogió de hombros. Sabía que no adelantaba nada discutir.
—Como quieras, James. Sólo estoy diciendo que tú y Sirius disminuyan la dosis, sólo eso... Después no se quejen si la furia de McLaggen recae sobre ustedes...
La joven desvió la mirada del muchacho de anteojos. Como dijo antes, ella no era Lily Evans, a pesar de que, al igual que ella, tenía el cabello rojizo y los ojos verdes, no iría a pelear. James y Sirius ya eran bastante grandecitos para tomar sus propias decisiones y cargar con las consecuencias, a pesar de que seguían con sus tontos juegos de niños.
Volvió entonces a observar el salón, intentando reconocer a los alumnos que estaban allí. Entre los de Slytherin vio, aparte de Snape, a sus primos Kamus Ivory y Bellatrix Black y... ¡¿Stanford Lecter?! ¿Qué estaba haciendo allí el irlandés? Los duelos no parecían el tipo de cosas que entrarían en la lista de intereses de aquel engominado, era más del tipo de mandar a alguien a luchar por él, en vez de enfrentar una batalla solo. ¿Será que él estaría pensando que las cosas allí serían como en una de esas cacerías ensayadas que hacían en la propiedad del padre de él? Betsy estaba segura que nadie estaba allí para bromas. Pobre Lecter, a pesar de ser un idiota pomposo, terminaría siendo masacrado; creía que todo era un juego y no tomaba el Club más en serio de lo que estaba acostumbrado a llevar todo en su vida, no con gente como Kamus, especialmente después del incidente del tren, al inicio del año lectivo.
Elizabeth se olvidó completamente de Stanford Lecter cuando su visión fue bloqueada por una chica de cabello color miel, vistiendo la túnica de Ravenclaw. Fue entonces el turno de Betsy de cuchichearle a Marion, diciendo:
—Mari, ¿aquella no es prima de Susan? ¿Cómo es su nombre?
—Es Anabelle Timms. Es gracioso, por lo que oí hablar a Susan sobre ella, nunca imaginé que la encontraría en un club de duelos. Ya veo que aquí cabe esperar de todo, ¿verdad?

************************************************

Los pequeños ojos almendrados de Anabelle recorrieron todo el lugar en el momento que ella atravesó la puerta que separaba el hall de entrada del Gran Comedor. Las cuatro mesas de las Casas, donde los estudiantes acostumbraban a tener sus comidas, habían sido quitadas y en su lugar surgió una gran pasarela. Sin embargo, la muchacha no se quedó mucho tiempo parada sólo apreciando la vista, sino que se puso a caminar entre los demás alumnos de séptimo año. Tan grande era el aura de decisión que la joven dejaba transparentar en su postura al caminar que los demás alumnos no tenían otra opción más que apartarse de su camino. De una manera inexplicable, ellos sabían que, en caso contrario, la muchacha era bien capaz de pasar por encima de ellos.
Anabelle no era una persona que acostumbrara a intimidar a través de su apariencia física. Por el contrario, era una joven pequeña y delgada, siendo que la única manera de sobreponerse sobre una multitud era a través de su personalidad. Y genio fuerte era lo que no le faltaba.
Felizmente logró tomar el lugar que quería: una posición privilegiada bien enfrente a la pasarela donde serían realizados los duelos. Estaba presta a sonreír con su propio triunfo cuando se dispuso a dar una mejor ojeada a su alrededor. Fue entonces que Anabelle lo notó... se había parado justamente al lado de un grupo de alumnos de Slytherin: Black, Amycus, Snape e Ivory...
—Genial. La loca que se cree reina de la oscuridad, un idiota de aire siniestro, el chico grasiento y el señor “Figura Intocable de Hielo” —murmuró ella entre dientes—. Tiene que ser una broma.
Pero el susurro enfadado de Anabelle no pasó desapercibido a los oídos de Kamus Ivory. Él sonrió levemente, encontrando los apodos de la muchacha hasta... divertidos. Se volvió hacia ella, mirándola calculadoramente. No recordaba en absoluto su nombre, o quién era, pero admitía que el humor sagaz e irónico de la joven de cabello color miel le parecía de veras apreciable.
Al notar que era observada por los ojos fríos de Kamus Ivory, Anabelle lo miró con desdén, apartando la mirada enseguida y adoptando una postura aún más empertigada y arrogante. Ivory sacudió la cabeza, aún con el esbozo de sonrisa en los labios. Sin dudas ella era absolutamente irónica...
El profesor McLaggen subió a la plataforma, carraspeando para que los alumnos hiciesen silencio y le prestasen atención. Pronto el murmullo que había en el Gran Comedor cesó completamente y todos esperaron a que el profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras comenzase a hablar.
—Muy bien. Estoy satisfecho de notar el gran número de alumnos que comparecieron a nuestra primera reunión, aunque tengo el presentimiento de que prácticamente la mitad desistirá apenas note que no estamos aquí sólo para sacudir varitas y gritar un montón de encantamientos —dirigió una mirada dura y amplia al salón—. No, mis queridos alumnos, estamos aquí para que aprendan a defenderse.
Nadie osó decir siquiera una palabra durante el discurso del profesor. McLaggen comenzó a caminar por la plataforma de duelos, usualmente dirigiendo la mirada a uno u otro estudiante.
—Para los afortunados que aprueben los EXTASIS, éste será el último año que pasarán en este castillo. Y no tengan la falsa esperanza de que habrá flores y mariposas esperándolos cuando crucen el portón. Una guerra está desarrollándose afuera... algunos de ustedes hasta ya sufrieron las consecuencias de ella —McLaggen miró brevemente a Anabelle. La muchacha tragó saliva, pero no bajó la mirada hasta que el profesor miró hacia otro lado—. Y estoy seguro de que otros aún sufren, hasta que todo haya terminado. Pero es mi deber prepararlos, prepararlos para que puedan enfrentar todo eso, para que no estén completamente vulnerables y desprotegidos en medio de un fuego cruzado. Entonces ya sugiero, para los que vinieron hasta aquí sólo en busca de juego, que den media vuelta y salgan, porque no admitiré ningún estorbo en mi trabajo.
Frente a la negativa que todos los alumnos demostraron en dejar el Gran Comedor, McLaggen esbozó su primera sonrisa en el día.
—Excelente —con un movimiento preciso de su varita, el profesor conjuró una pila de pergaminos que se esparció, según su orden, entre todos los alumnos—. En estas hojas encontrarán los horarios y las fechas de las futuras reuniones. Nos encontraremos una vez por semana, siempre aquí. Obviamente, aparte de las clases prácticas, ustedes también recibirán deberes extras, con el propósito de expandir sus conocimientos de hechizos defensivos y ofensivos.
Anabelle miró con aprobación el trozo de pergamino que contenía las fechas y las horas. La organización era algo que ella apreciaba mucho, era bueno saber que el profesor McLaggen realmente se esmeraba y estaba llevando todo eso bien en serio. Sonrió. Por el modo en que ese Club de Duelos serviría para aumentar su conocimiento en la disciplina de Defensa Contra las Artes Oscuras, y sumando eso a sus habilidades en Encantamientos, Transformaciones, Herbología y Pociones, su deseo de convertirse en una sanadora parecía volverse cada vez más concreto.
—Ahora quiero que todos se vuelvan hacia el estudiante más próximo que sea de una casa diferente a la de ustedes y salúdenlo.
La mayoría de los alumnos no hizo conforme a lo dicho. Algunos rieron, otros intercambiaron miradas de incomprensión entre sí frente a las palabras del profesor.
—Estoy hablando en serio, muchachos. ¿Qué están esperando? —dijo McLaggen, ahora ya con una punzada de impaciencia ante la impasibilidad de sus alumnos.
Poco a poco los grupos comenzaron a deshacerse y estudiantes de diferentes casas se juntaron entre sí, algunos receptivos, otros tímidos, unos pocos aún recelosos y enfurruñados. Anabelle suspiró, mirando a su alrededor para ver si encontraba a algún alumno de Gryffindor o de Hufflepuff disponible. Fue entonces cuando, para su completa irritación, notó que Kamus Ivory estaba yendo directamente hacia ella.
—¿Buscando algo? —preguntó el muchacho, con los brazos cruzados y los ojos directamente clavados en los de Anabelle.
—Alguien digno de recibir mi saludo —replicó ella con insolencia.
—¿Para qué perder el tiempo si yo ya estoy aquí?
Anabelle se mordió los labios y estrechó sus ojos almendrados. ¿Cuán infinitamente arrogante el señor Figura Intocable de Hielo podía ser?
—¡Vete al infierno, Ivory!
Anabelle le dio la espalda a Kamus, y ya se preparaba para dejarlo solo cuando, súbitamente, sintió que la sujetaban de la cintura hacia atrás con bastante fuerza. La muchacha abrió bien los ojos y dejó escapar una exclamación de sorpresa. ¿Cómo pudo él moverse tan rápido de ese modo?
—Aún no he terminado de hablar, así que no me des la espalda. Además, no me has dicho todavía tu nombre —dijo Kamus de forma calma e impasible, teniendo cuidado de no aflojar demasiado la mano que sujetaba la cintura de la muchacha, pues de lo contrario no dudaba que ella saldría corriendo de allí. Y él no deseaba eso; Kamus se había, de cierta forma, interesado por los comentarios mordaces de esa joven.
—Me alegro de notar que todos ya han encontrado a alguien con quien hablar —dijo McLaggen, retomando la atención de los alumnos hacia él—. Mis felicitaciones, ustedes acaban de conocer a sus duplas por el resto del año en este Club de Duelos. Es todo por hoy, pueden irse —el profesor descendió de la plataforma y se dirigió hacia una pequeña sala cuya entrada quedaba cerca de donde antes estaba la mesa de los profesores.
Varios murmullos y comentarios se oyeron en el Gran Comedor, muchos alumnos aún asimilaban las palabras repentinas del profesor. Y entonces, desafortunadamente, un hecho sombrío se hizo presente en la mente de Anabelle: visto que no tuvo la oportunidad de hablar con nadie más, Kamus Ivory sería su dupla en el Club de Duelos.





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CRÉDITOS

TRADUCCIÓN:Corina Frasier












Este blog es un fanfiction inspirado en los libros de Harry Potter. Nuestra historia comienza en los años 70, el tiempo de la primera guerra mágica. Nuestros personajes son originales, inspirados por el universo de JK Rowling.

NICHOLAS DANIEL JOHNSON


Escritor muggle de libros de fantasía y ficción. Sus padres, Richard y Mary, eran profesores de literatura inglesa, lo que tal vez haya influenciado a Nicholas en su elección profesional. Ambos murieron en un accidente de tráfico al regresar de una conferencia en una noche lluviosa, cuando Nicholas tenía doce años. Fue criado por su hermano mayor, Robert Johnson.


ELIZABETH ASTREA BLACK-THORNE JOHNSON


Heredera de una ultra tradicional y conservadora familia de magos, los Black-Thorne, Elizabeth nunca aprobó las ideas tradicionalistas de sus padres, siempre entrando en serios conflictos con ellos, especialmente con su madre, Marguerite. Cuando era estudiante perteneció a Gryffindor, hecho que generó una nueva desavenencia entre ella y su familia. Es alegre, valerosa e intrépida. Trata con igual simpatía a muggles, magos y mestizos. Es más, su mejor amiga, Marion Peterson, es hija de muggles. Cuando se graduó en Hogwarts decidió ser auror como su hermano Aldebarán, a quien mucho admira.


ALDEBARÁN AURELIUS BLACK-THORNE


Hijo primogénito de Pericles y Marguerite, Aldebarán siempre tuvo una personalidad introvertida. Raramente sonríe a no ser en presencia de su hermana menor, a quien le profesa un gran amor. No aprueba las ideas de sus padres sobre la pureza racial entre los magos y siempre trata con igual deferencia a muggles, magos y mestizos. Cuando estudiaba en Hogwarts perteneció a Ravenclaw. Es un hombre justo y valiente.


FRIDA WITOSLAWA GRYGIEL


Es una bruja de origen polaco y estudió en Durmstrang de joven. Se mudó a Inglaterra poco después de graduarse. Es una mujer elegante, educada y distinguida.


LUDOVIC SEDARIUS ERÍDANO BLACK-THORNE


Hijo del medio del matrimonio Black-Thorne, Ludovic siempre fue el preferido de sus padres exactamente por ser el único de la prole que aprobaba incondicionalmente las ideas paternas acerca de la purificación de la raza mágica. Perteneció a Slytherin cuando estudió en Hogwarts. Después de graduarse se hizo mortífago. Ludovic es uno de los más inescrupulosos, perversos y amorales siervos de Voldemort y uno de sus principales asesinos y torturadores.


ALEXANDER Y GABRIELA SINCLAIR


Gryffindor en los tiempos de Hogwarts, Alex era conocido por su coraje e integridad. Se volvió auror después de graduarse, pero por amor a su esposa abandonó el empleo y se volvió instructor de la Academia de Aurores. Es uno de los mejores amigos de Aldo.
Gabriela nació en Perú y se mudó a Inglaterra para trabajar con su hermano mayor. Muggle, siempre tuvo dificultades en aceptar y lidiar con el mundo mágico, pues iba en contra del temperamento racional que ella cultivó durante años. Es una mujer cariñosa pero de genio fuerte.


LUCY REINFIELD


Miembro de Hufflepuff en época del colegio, vio a sus padres ser asesinados por mortífagos cuando tenía once años de edad; escapó gracias a que estuvo escondida y su madre logró distraer a los siervos de Voldemort. Sin otros parientes vivos, Lucy pasó a estar bajo la tutela de Bartemius Crouch, amigo de largo tiempo de su padre y que terminó ocupando efectivamente el cargo que sería de Reinfield. Cuando se graduó en Hogwarts, Lucy trató de entrar a la Academia de Aurores, pero suspendió los exámenes físicos. Fue gracias al "tío Barty" que Lucy consiguió el puesto de secretaria en el Cuartel General de Aurores.


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