Tuesday, June 17, 2008



Elizabeth se removió en su cama. Dejó caer la mirada, apática y perdida, sobre los dedos de su mano. No es que hubiera algo verdaderamente interesante en su mano, a excepción de la gruesa alianza dorada que adornaba su anular derecho. Sólo necesitaba fijarse en algo para poder desviar de su mente los pensamientos que insistentemente la acomodaban.
Estaba despierta desde antes del amanecer, aunque no tenía ninguna disposición de levantarse, por lo menos no mientras sus compañeras de dormitorio estuviesen en el cuarto. No deseaba hablar con nadie, especialmente con Marion, que le haría demasiadas preguntas sobre la notoria tristeza que la abatía. Tal vez tristeza no fuese la palabra exacta para describir lo que sentía... era una mezcla de abandono y... decepción.
Al escuchar la puerta del dormitorio cerrarse nuevamente, Betsy supo que, finalmente, estaba completamente sola. Apartó los cobertores y abrió el dosel carmesí que cubría su cama. Sus pies descalzos tocaron el frío suelo de piedra del dormitorio. Lo único que se podía oír en el recinto era el crepitar del fuego del calentador localizado en el centro del cuarto, cuyo calor atenuaba un poco el frío del riguroso invierno que comenzaba a descortinarse por fin en ese año.
La joven hechicera se arrodilló al lado de su cama, sacando un pequeño baúl que guardaba bajo el lecho. En la tapa, un bello detalle de marquetería representaba los blasones de las familias Black y Thorne, lado a lado. Su padre se lo regaló cuando inició el primer año en Hogwarts.
Dentro de la caja de madera maciza retiró un pergamino, ya algo amarillento, y una minúscula cajita de terciopelo negro.
Con pasos lentos, la joven se dirigió hacia la ventana del cuarto, sentándose en el alféizar. Afuera, algunos estudiantes, a despecho del enorme frío que hacía, jugaban una guerra de bolas de nieve. Irónicamente, mucho más allá de los muros del castillo, otra guerra se desarrollaba... una guerra sangrienta y dañina... Pero todo lo que esos adolescentes deseaban en ese momento era aprovechar la alegría renovada que las festividades de fin de año brindaban... alegría que la heredera de los Black-Thorne compartía con los demás hasta que recibió, en la noche anterior, el pergamino que sostenía en su mano.
En el papel pardo, la letra fina y elegante de Marguerite anunciaba que ella y su marido viajarían en los días siguientes. Pasarían la Navidad y Año Nuevo en Rusia, en compañía de la hermana melliza de Marguerite, Betelgeuse. Por lo tanto, no existía ninguna posibilidad de que Elizabeth pasase las vacaciones de fin de año con sus padres. Para compensar la ausencia, su madre decía enviarle un regalo de Navidad adelantado.
Abrió la cajita de terciopelo que sostenía en la otra mano, sacando de ella un par de pendientes de plata, cuidadosamente tallados en las laterales. En su centro brillaba una pequeña esmeralda, reflejando las luces matutinas que se adentraban por la ventana.
Mientras jugueteaba con los pendientes entre sus dedos, la joven volvió a mirar el paisaje exterior. Una sonrisa triste se le escapó en sus labios. ¿Por qué se sentía tan decepcionada? Desde que entrara a Hogwarts, o mejor, desde que fuera designada a Gryffindor, no hubo siquiera una sola Navidad que pasase en casa, ni siquiera recibía regalos de sus padres, a no ser una formal postal de Navidad deseándole felices fiestas y un excelente comienzo de año. Los últimos dos feriados los pasó con los Peterson, pero esta vez Marion decidió permanecer en Hogwarts. ¿Por qué, entonces, Elizabeth había alimentado la esperanza de que ese año las cosas serían verdaderamente distintas?
Tal vez la deferencia y el afecto discreto con que su madre había pasado a tratarla en los últimos tiempos le llevaron a esa conclusión errónea, al deseo de volver a los viejos tiempos, a las animadas fiestas familiares, con el enorme árbol de Navidad en el enorme comedor; ella y su madre turnándose en el piano, que era retirado de la sala de música en aquella ocasión especial; su padre sentado en el sillón de terciopelo, saboreando su copa de jerez, mientras observaba a la familia; Ludovic vanagloriándose, alegando haber recibido los mejores regalos, mientras Aldo se permitía sonreír plenamente, sin las inhibiciones que se infligía a sí mismo en el resto del año.
Betsy sacudió la cabeza. Por lo menos su madre le había enviado un obsequio. Ese gesto era algo bastante insignificante viniendo de la rígida matriarca de los Black-Thorne, aunque, para Betsy, volver a ver a sus padres habría valido mucho más. Pero no debería importarle más esas pequeñas insignificancias. No era más una niña y sería una idiotez intentar recuperar la infancia perdida.
Se levantó, resuelta, del alféizar de la ventana. Tenía un día entero por delante y muchas cosas que hacer, era una tontería dejarse sumergir en la autocompasión.



Tuesday, June 10, 2008



Disculpen nuevamente por la demora, pero es que OTRA VEZ he tenido problemas técnicos y no he podido seguir publicando. No se solucionaron del todo, pero por lo menos ahora puedo seguir con la publicación. Bueno, aquí va un nuevo capítulo. Espero que lo disfruten. Saludos y no dejen de comentar.

7-Verdades dichas y oídas

Noviembre se había ido, trayendo consigo las primeras nevadas del año. Y ahora diciembre transcurría, faltando pocas semanas para las vacaciones de Navidad y Año Nuevo, cuando los alumnos que lo deseaban podían dejar el castillo para reunirse con sus familiares. Pero la guerra asoló de tal manera al mundo mágico, había tanto terror e inseguridad, que muchos padres preferían dejar que sus hijos permanecieran en la escuela. Por lo menos en Hogwarts ellos estarían protegidos.
Sin embargo, ingenuos eran los que pensaban que la escuela permanecía inmaculada en tiempos negros como los que enfrentaban. Era verdad que Lord Voldemort aún no se había atrevido a atacar el castillo, pero su poder había crecido de tal manera que había conseguido infiltrarse hasta en el refugio protegido por Albus Dumbledore. Estaban entre los estudiantes algunos que en breve ingresarían a las filas de fieles servidores del heredero de Salazar Slytherin. Era fácil deducir de quiénes se trataban, en su mayoría eran integrantes de Slytherin, jóvenes cuyas familias simpatizaban con el lado tenebroso; pero lo difícil era probar que estuvieran manteniendo contacto con él. Los adolescentes eran cuidadosos y habían sido muy bien instruidos por mortífagos más experimentados que ellos. Y, para muchos de ellos, era un estímulo más estar siguiendo las órdenes de su maestro bien enfrente de las narices de Dumbledore. Toda la sensación de peligro y desafío los dejaba extasiados.
Kamus Ivory se sentó silenciosamente en su cama cuando la madrugada ya estaba avanzada y cerró el dosel sin hacer ruido. Del otro lado del cuarto, otros dos jóvenes hicieron lo mismo. El ruso dejó la varita al lado de la almohada y se quitó el suéter que usaba. Había un enorme tatuaje claramente visible en su piel, una bestia demoníaca y alada de cuatro patas, que ocupaba gran parte de su espalda y daba la vuelta hasta terminar en el pecho del muchacho. Era una figura asustadora, grabada en el cuerpo de Kamus con una magia que era transmitida por generaciones en su familia. Aquélla era la prueba de que en sus venas corría la sangre de los Ivory, y ningún encantamiento podría removerla. Todos los hombres de su familia recibían el mismo tatuaje cuando probaban su valor y lealtad ante el clan. Kamus recibió el suyo en una gélida mañana a fines de diciembre, en que los tejados de las mansiones que se erguían en la propiedad de los Ivory estaban cubiertos de nieve, en la época en que tenía catorce años.
El muchacho se acostó, mirando el dosel verde musgo que se cerraba a su alrededor. Recién había vuelto de otra de las “reuniones” que acostumbraban a hacer en los límites de los terrenos de la escuela. Básicamente era siempre lo mismo, recibían instrucciones para estar atentos a lo que el director hacía y hablaba, y también para trabar contacto con otros estudiantes, especialmente de otras Casas, con la intención de conseguir más aliados para su causa. Kamus encontraba todo eso una estupidez, esconderse y actuar en la oscuridad. ¿Para qué tener miedo, al fin y al cabo? ¿De Dumbledore? ¿Sólo bastaba abandonar la escuela y qué podía hacerles el director?
Pero no era Albus Dumbledore y mucho menos Lord Voldemort quienes ocupaban sus pensamientos en esos momentos, sino alguien bien diferente: la chica de ojos almendrados y cabello castaño que era su pareja en el Club de Duelos. Se acordó de que Anabelle había marcado un encuentro en la biblioteca por la mañana. McLaggen quería un ensayo sobre formas de tortura, cómo reconocerlas y defenderse de ellas; un tema que Kamus, particularmente, consideraba tedioso y nada interesante, pero que varios otros colegas, Bellatrix entre ellos, adoraban discutir. Cerró los ojos, vaciando finalmente su mente; tal vez podría dormir en las pocas horas que quedaban antes que el sol saliera.





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CRÉDITOS

TRADUCCIÓN:Corina Frasier












Este blog es un fanfiction inspirado en los libros de Harry Potter. Nuestra historia comienza en los años 70, el tiempo de la primera guerra mágica. Nuestros personajes son originales, inspirados por el universo de JK Rowling.

NICHOLAS DANIEL JOHNSON


Escritor muggle de libros de fantasía y ficción. Sus padres, Richard y Mary, eran profesores de literatura inglesa, lo que tal vez haya influenciado a Nicholas en su elección profesional. Ambos murieron en un accidente de tráfico al regresar de una conferencia en una noche lluviosa, cuando Nicholas tenía doce años. Fue criado por su hermano mayor, Robert Johnson.


ELIZABETH ASTREA BLACK-THORNE JOHNSON


Heredera de una ultra tradicional y conservadora familia de magos, los Black-Thorne, Elizabeth nunca aprobó las ideas tradicionalistas de sus padres, siempre entrando en serios conflictos con ellos, especialmente con su madre, Marguerite. Cuando era estudiante perteneció a Gryffindor, hecho que generó una nueva desavenencia entre ella y su familia. Es alegre, valerosa e intrépida. Trata con igual simpatía a muggles, magos y mestizos. Es más, su mejor amiga, Marion Peterson, es hija de muggles. Cuando se graduó en Hogwarts decidió ser auror como su hermano Aldebarán, a quien mucho admira.


ALDEBARÁN AURELIUS BLACK-THORNE


Hijo primogénito de Pericles y Marguerite, Aldebarán siempre tuvo una personalidad introvertida. Raramente sonríe a no ser en presencia de su hermana menor, a quien le profesa un gran amor. No aprueba las ideas de sus padres sobre la pureza racial entre los magos y siempre trata con igual deferencia a muggles, magos y mestizos. Cuando estudiaba en Hogwarts perteneció a Ravenclaw. Es un hombre justo y valiente.


FRIDA WITOSLAWA GRYGIEL


Es una bruja de origen polaco y estudió en Durmstrang de joven. Se mudó a Inglaterra poco después de graduarse. Es una mujer elegante, educada y distinguida.


LUDOVIC SEDARIUS ERÍDANO BLACK-THORNE


Hijo del medio del matrimonio Black-Thorne, Ludovic siempre fue el preferido de sus padres exactamente por ser el único de la prole que aprobaba incondicionalmente las ideas paternas acerca de la purificación de la raza mágica. Perteneció a Slytherin cuando estudió en Hogwarts. Después de graduarse se hizo mortífago. Ludovic es uno de los más inescrupulosos, perversos y amorales siervos de Voldemort y uno de sus principales asesinos y torturadores.


ALEXANDER Y GABRIELA SINCLAIR


Gryffindor en los tiempos de Hogwarts, Alex era conocido por su coraje e integridad. Se volvió auror después de graduarse, pero por amor a su esposa abandonó el empleo y se volvió instructor de la Academia de Aurores. Es uno de los mejores amigos de Aldo.
Gabriela nació en Perú y se mudó a Inglaterra para trabajar con su hermano mayor. Muggle, siempre tuvo dificultades en aceptar y lidiar con el mundo mágico, pues iba en contra del temperamento racional que ella cultivó durante años. Es una mujer cariñosa pero de genio fuerte.


LUCY REINFIELD


Miembro de Hufflepuff en época del colegio, vio a sus padres ser asesinados por mortífagos cuando tenía once años de edad; escapó gracias a que estuvo escondida y su madre logró distraer a los siervos de Voldemort. Sin otros parientes vivos, Lucy pasó a estar bajo la tutela de Bartemius Crouch, amigo de largo tiempo de su padre y que terminó ocupando efectivamente el cargo que sería de Reinfield. Cuando se graduó en Hogwarts, Lucy trató de entrar a la Academia de Aurores, pero suspendió los exámenes físicos. Fue gracias al "tío Barty" que Lucy consiguió el puesto de secretaria en el Cuartel General de Aurores.


* Harry Potter, nombres, personajes, lugares y demás hechos relacionados son propiedad de J.K. Rowling, Warner Bros, Bloomsbury, Scholastic, etc.
* Este sitio no posee fines comerciales ni de lucro.



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