Friday, February 20, 2009



No era la primera vez que Elizabeth iba al cine. Cierta vez, durante las vacaciones escolares, cuando todavía estudiaba en Hogwarts, Marion le presentó el séptimo arte. Muchos podían pensar que para un mago, acostumbrado a las fotos mágicas que tenían movimiento, el cine sería algo bastante banal. Pero para Betsy las películas eran mucho más que fascinantes. Le parecía sorprendente el modo como los muggles, sin magia, lograban unir imágenes aparentemente inconexas y crear historias, a veces hasta crear cosas que para los magos eran reales, pero que para los muggles existían sólo en la imaginación. Para ella el cine era otra forma de magia. Magia muggle.
Nicholas parecía entusiasmado con la película. Había hablado en serio al decir que era una de sus favoritas. Le explicó a Elizabeth, animado, quién era la actriz principal, una joven llamada Audrey Hepburn, considerada un símbolo de la elegancia y talento en los años sesenta. Tejió mil elogios al director y al guionista, sin entrar en detalles de la historia para no arruinarle la sorpresa a Betsy.
Ésta se limitó a sonreír, se sentía tocada ante toda esa pasión demostrada por el joven.
Al llegar al cine, luego de comprar el combo básico de “refresco y palomitas”, se dirigieron a la sala de proyección. Las luces se apagaron lentamente y en la tela comenzaron a aparecer las primeras imágenes en blanco y negro de la película; una joven princesa, en viaje diplomático por Europa, aburrida y cansada de las obligaciones de su vida de nobleza, decide huir durante su estadía en Roma y hacerse pasar por una chica normal. En una de esas coincidencias típicas de películas de Hollywood, termina topándose con un periodista cuyo trabajo era cubrir la visita de ella por la ciudad. Terminan enamorándose y viviendo uno de los días más bonitos y significativos de sus vidas.
Elizabeth miró la pantalla enternecida, pareciendo completamente atrapada en la historia. Nicholas, por su parte, miraba a la joven con cariño, sonriendo al percibir lo mucho que le estaba gustando a ella la película. Quería que esa noche fuera perfecta y especial.
Sin darse cuenta, Betsy se apoyó contra el hombre del joven. Nick cerró los ojos por unos segundos y sintió el dulce perfume de la muchacha y la suavidad de sus rizos escarlatas rozándole el rostro. Le pasó un brazo por el hombro. A Elizabeth no le incomodó, sino que se acurrucó más contra él. Nicholas deseó que ese momento durara eternamente.
Los créditos finales comenzaron a aparecer y las luces se encendieron. La joven pareja se dirigió hasta la salida. Elizabeth permaneció en silencio. Nicholas temió que, a pesar de toda su concentración durante la película, al final no le hubiera gustado.
—¿Qué te pareció? —preguntó aprensivo.
Elizabeth lo miró y sonrió levemente.
—Me encantó, no podía haber sido más perfecta…
—Qué bueno —dijo Nick, aliviado—. ¿Y entonces, quieres ir a algún otro lugar? Hay una boîte aquí cerca que es muy buena.
—Ya oí hablar de ella, tengo un primo en segundo grado que vive por aquí cerca, él y sus amigos acostumbraban a frecuentarla en nuestras vacaciones escolares. Pero no, gracias, hoy no estoy con mucho ánimo para boîtes.
—¿No te gusta bailar?
—¡Muy por el contrario, me encanta! No sé… hoy querría algo más tranquilo… ¿Te importaría que sólo caminemos un poco y charlemos?
—Claro que no… Será estupendo platicar contigo.
Los dos caminaron a pasos lentos por las orillas del río Támesis. Sorprendentemente el cielo estaba límpido, sin una sola nube siquiera. Era una bella noche estrellada.
Nicholas hablaba compulsivamente, mucho por el nerviosismo causado por la situación, un poco para impresionar a Elizabeth. Ésta trataba de escucharlo atentamente, ora sonreía, ora hacía algún comentario. En cierto momento Nick tomó la mano de la muchacha sin darse cuenta. A Betsy le hizo feliz ese gesto. Sin embargo, aunque la cita estaba resultando ser muy agradable, vuelta y media un pensamiento insistente le afligía el corazón. Nicholas no pudo dejar de notar los ocasionales lapsus de Elizabeth durante el transcurso de la conversación.
—¿Algún problema? Espero no estar aburriéndote —dijo, sonriendo débilmente.
Elizabeth lo miró por algunos segundos. Había mucho afecto en su mirada. Luego bajó los ojos y respondió:
—No, no estoy aburrida... Es que no consigo sacarme el final de la película de la cabeza...
—Perdona, no quería que estuvieras triste por cómo terminó.
—No estoy triste... Es que, bueno, entiendo que ella tuvo que volver a su vida de princesa, pues era la única heredera y tenía muchas obligaciones para con su pueblo. Pero ¿tú crees que, si ella tuviera hermanos, si las cosas fueran diferentes...
—¿Ellos podrían haber terminado juntos y felices? Pues no veo por qué no. Ellos se amaban. ¿No es eso lo que importa?
—Pero ellos eran de mundos tan... tan distintos —comentó ella.
La película le había llegado a lo hondo, no sólo por la belleza de la historia, sino también porque le hizo pensar en la situación de ella y de Nicholas. Betsy no era una princesa, Nick tampoco era un plebeyo, pero sí pertenecían a mundos distintos. Elizabeth creció en un mundo de magia y encantamiento, mientras que Nick fue criado en un mundo regido por explicaciones lógicas y racionales. ¿Será que habría alguna posibilidad de que la relación de los dos se volviera algo más serio y diera resultado?
—Betsy, ¿quieres que sea bien, bien sincero? Esa historia de mundos distintos como impedimento para la felicidad de una pareja me parece una tremenda estupidez. Ponte a pensarlo: toda relación amorosa consiste en dos personas que provienen de mundos distintos, ya que provienen de familias diferentes, con historias de vida y formaciones diferentes... No son diferencias sociales, religiosas, económicas ni de ningún tipo lo que van a impedir que dos personas que se aman sean felices. Creo que con mucho esfuerzo y complicidad todo es posible.
Elizabeth lo miró sorprendida. Sus ojos se llenaron de lágrimas y no pudo contener la emoción frente a esas palabras.
—¿Qué ocurre, Betsy? ¿Dije algo malo? No quise hacerte llorar —Nick estaba asustado.
—Estoy bien —dijo ella, tratando de tranquilizarlo—. ¿Tienes idea de lo maravilloso que eres?
—Maravillosa eres tú, yo sólo soy un tonto, más adicto a la literatura y películas antiguas de lo que la mayoría de la gente cree normal para alguien de mi edad.
Nicholas tomó entonces el rostro de Elizabeth y le limpió las lágrimas de las mejillas con los pulgares. Sus miradas se encontraron y un silencio profundo cayó sobre ambos. Era el momento perfecto. Nick acercó su rostro lentamente al de Elizabeth. La joven bruja cerró los ojos. Sus labios se encontraron en un contacto suave y cálido. Se abrazaron más fuertemente. El viento nocturno los envolvió con un lazo invisible, uniéndolos, mientras se entregaban a ese tierno y apasionado beso.



Wednesday, February 11, 2009



Al fin les traigo un capítulo nuevo de esta linda historia. Espero que lo disfruten y comenten. Saludos, Corina.


Capítulo 3
La princesa y el plebeyo



Los últimos rayos del sol del crepúsculo bañaban las casas cuadradas del suburbio londinense. Una joven de cabello rojizo tocaba el timbre de una casita de tejas anaranjadas. Parecía un poco ansiosa, pues apretaba frenéticamente una mano contra la otra. Fue recibida por una joven negra de ojos almendrados, que tenía su misma edad.
—¡Betsy, llegaste temprano, chica!
Ésta le dirigió una sonrisa medio embarazosa.
—Es que no quiero atrasarme... Va a ser la primera vez que tengo una cita con Nick después de aquel día en el café... No quiero causar una mala impresión.
—Hum... Entonces el chaval es mucho más interesante de lo que imaginé. ¡Por la forma como estás, creo que esta historia va a terminar en boda!
—¡Mari! ¡Qué dices! —Elizabeth enrojeció completamente—. Apenas nos conocemos...
—Cálmate, Betsy —dijo Marion, divertida—. Sólo estaba bromeando. No pensé que fueras a quedar igual que un pimentón...
—Cambiando de tema, ¿dónde están tus padres? Los he echado mucho de menos.
—Están allá en el fondo, tomando el té. Mientras vas a verlos, yo voy a estar en el cuarto separando algunas prendas para ti.
Clarence y Josephine Peterson eran muggles de nacimiento y aún así aceptaron con naturalidad y orgullo el que su única hija fuera una bruja. Elizabeth los adoraba, casi como si fueran parte de su propia familia. Ellos eran tan distintos a Marguerite y Pericles. Los padres de Marion eran cariñosos, alegres y buen humorados. Siempre trataron a Betsy con mucho afecto y la hacían sentirse acogida. Muchas veces la joven bruja se sentía más en casa en compañía de la familia de su amiga que en la suya propia.
Al llegar al pequeño pero acogedor y florido jardín del fondo, Elizabeth vio al matrimonio de mediana edad sentado en una mesita redonda, saboreando con placer sus tazas de té mientras charlaban despreocupadamente.
—¡Tío Clary, tía Josie! —saludó mientras se acercaba a ellos y los abrazaba.
—Mi niña, estamos tan contentos por ti —dijo la madre de Marion, una señora muy guapa, que todavía conservaba el porte elegante de los tiempos de juventud cuando practicaba ballet—. Por fin vas a salir de la concha en la que estuviste encerrada en este último tiempo.
—Josie tiene razón, estábamos preocupados. Mari nos contó lo compulsivamente metida que estás en tu trabajo. La vida no es sólo obligaciones, aún eres joven y necesitas divertirte —completó el señor Peterson, un hombre bonachón y de voz grave, pero muy simpático.
—Mari exagera, tíos, ustedes conocen su tendencia en agrandar las historias que cuenta.
—Así como te conocemos a ti y tu exacerbado sentido de la responsabilidad, Betsy —dijo Clarence.
Elizabeth se calló, sabía que el padre de su amiga no estaba mintiendo y, más que eso, estaba de acuerdo con él que tal vez, de vez en cuando, no le haría mal relajarse un poquito.
Percibiendo la seriedad que se abatió sobre la joven, la señora Peterson dijo:
—Es mejor que subas a arreglarte. No te preocupes, que apenas llegue el joven lo atenderemos —y le guiñó un ojo pícaramente.
Betsy sonrió y se fue hasta el cuarto de Marion. Cuando llegó allá se deparó con montañas y montañas de ropa sobre la cama de su amiga.
—Puedes elegir —dijo Marion, animada.
«Realmente, siempre exagerada», pensó risueña. Pero no podía quejarse, Marion le estaba haciendo un enorme favor. Como estaba saliendo a escondidas, pues él era muggle y no iba a ser aceptado por sus padres, Elizabeth les mintió que pasaría la noche en casa de su hermano mayor. Ni la ropa de la cita podía llevarse, sino terminaría levantando sospechas.
Después de mucho buscar y probarse, Elizabeth optó por un top rojo sangre y una falda negra. Conservó en el cuello la cadenita con el dije en forma de hada, regalo de su hermano Aldebarán.
—¿Qué tal? —preguntó.
—¡Perfecta! Creo que Nicholas va a quedar boquiabierto cuando te vea. Y hablando de nuestro estimado escritor, es mejor que bajemos, ya debe haber llegado y estará siendo cocinado a fuego lento por mis padres.
—No es para tanto, Marion… —dijo Betsy, riendo.
—¡No estoy bromeando! Son estupendos, pero cuando se trata de criticar pretendientes, son terribles. Deberías oír lo que mi padre le dijo a mi último novio.
—¿Aquel motoquero melenudo? El tío Clary lo mencionó por arriba.
—¿Lo ves? Sólo mira el prejuicio de papá. Sólo porque él usaba chaqueta de cuero y tenía el pelo largo no quería decir que fuera gamberro. Tch... tch.
—No tienes remedio, ¿eh, Mari? Puedes ser cualquier cosa menos convencional.
—No hablemos de mí ni mi compleja vida amorosa. Hoy es tu noche, amiga.
Al bajar a la sala de estar, Betsy y Marion se encontraron a Nicholas sentado frente al matrimonio Peterson. Quien mirara desde afuera podría pensar que el pobre muchacho estaría siendo interrogado.
—Mira, ahí están —dijo Clarence al notar la llegada de las chicas.
Nicholas se levantó y sonrió al ver a Elizabeth.
—Estás preciosa.
Betsy desvió la mirada, visiblemente cohibida.
—Gracias.
Se despidió de su mejor amiga y de los padres, agradeciéndoles inmensamente por toda su ayuda. Ya en la calle, se volvió hacia Nick y comentó:
—Espero que no hayan pegado muy fuerte...
—¡Qué dices, los padres de tu amiga son estupendos!
—Puedes decirme la verdad, no me molesta.
—Bueno —dijo él, rascándose la cabeza—, ellos tejieron una lista enorme de consejos y recomendaciones para nuestra cita... Pero quitando eso fueron realmente unos amores.
—Lo sabía —rió Betsy—. Ellos son algo protectores... Me consideran parte de la familia… Si así son conmigo, imagínate con Marion… ¿Y entonces, adónde vamos?
—Pensé en llevarte al cine. Van a exhibir una repetición “La princesa y el plebeyo”. ¿Ya la viste?
—No, todavía no.
—Es una de mis películas románticas preferidas. Espero que te guste.





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CRÉDITOS

TRADUCCIÓN:Corina Frasier












Este blog es un fanfiction inspirado en los libros de Harry Potter. Nuestra historia comienza en los años 70, el tiempo de la primera guerra mágica. Nuestros personajes son originales, inspirados por el universo de JK Rowling.

NICHOLAS DANIEL JOHNSON


Escritor muggle de libros de fantasía y ficción. Sus padres, Richard y Mary, eran profesores de literatura inglesa, lo que tal vez haya influenciado a Nicholas en su elección profesional. Ambos murieron en un accidente de tráfico al regresar de una conferencia en una noche lluviosa, cuando Nicholas tenía doce años. Fue criado por su hermano mayor, Robert Johnson.


ELIZABETH ASTREA BLACK-THORNE JOHNSON


Heredera de una ultra tradicional y conservadora familia de magos, los Black-Thorne, Elizabeth nunca aprobó las ideas tradicionalistas de sus padres, siempre entrando en serios conflictos con ellos, especialmente con su madre, Marguerite. Cuando era estudiante perteneció a Gryffindor, hecho que generó una nueva desavenencia entre ella y su familia. Es alegre, valerosa e intrépida. Trata con igual simpatía a muggles, magos y mestizos. Es más, su mejor amiga, Marion Peterson, es hija de muggles. Cuando se graduó en Hogwarts decidió ser auror como su hermano Aldebarán, a quien mucho admira.


ALDEBARÁN AURELIUS BLACK-THORNE


Hijo primogénito de Pericles y Marguerite, Aldebarán siempre tuvo una personalidad introvertida. Raramente sonríe a no ser en presencia de su hermana menor, a quien le profesa un gran amor. No aprueba las ideas de sus padres sobre la pureza racial entre los magos y siempre trata con igual deferencia a muggles, magos y mestizos. Cuando estudiaba en Hogwarts perteneció a Ravenclaw. Es un hombre justo y valiente.


FRIDA WITOSLAWA GRYGIEL


Es una bruja de origen polaco y estudió en Durmstrang de joven. Se mudó a Inglaterra poco después de graduarse. Es una mujer elegante, educada y distinguida.


LUDOVIC SEDARIUS ERÍDANO BLACK-THORNE


Hijo del medio del matrimonio Black-Thorne, Ludovic siempre fue el preferido de sus padres exactamente por ser el único de la prole que aprobaba incondicionalmente las ideas paternas acerca de la purificación de la raza mágica. Perteneció a Slytherin cuando estudió en Hogwarts. Después de graduarse se hizo mortífago. Ludovic es uno de los más inescrupulosos, perversos y amorales siervos de Voldemort y uno de sus principales asesinos y torturadores.


ALEXANDER Y GABRIELA SINCLAIR


Gryffindor en los tiempos de Hogwarts, Alex era conocido por su coraje e integridad. Se volvió auror después de graduarse, pero por amor a su esposa abandonó el empleo y se volvió instructor de la Academia de Aurores. Es uno de los mejores amigos de Aldo.
Gabriela nació en Perú y se mudó a Inglaterra para trabajar con su hermano mayor. Muggle, siempre tuvo dificultades en aceptar y lidiar con el mundo mágico, pues iba en contra del temperamento racional que ella cultivó durante años. Es una mujer cariñosa pero de genio fuerte.


LUCY REINFIELD


Miembro de Hufflepuff en época del colegio, vio a sus padres ser asesinados por mortífagos cuando tenía once años de edad; escapó gracias a que estuvo escondida y su madre logró distraer a los siervos de Voldemort. Sin otros parientes vivos, Lucy pasó a estar bajo la tutela de Bartemius Crouch, amigo de largo tiempo de su padre y que terminó ocupando efectivamente el cargo que sería de Reinfield. Cuando se graduó en Hogwarts, Lucy trató de entrar a la Academia de Aurores, pero suspendió los exámenes físicos. Fue gracias al "tío Barty" que Lucy consiguió el puesto de secretaria en el Cuartel General de Aurores.


* Harry Potter, nombres, personajes, lugares y demás hechos relacionados son propiedad de J.K. Rowling, Warner Bros, Bloomsbury, Scholastic, etc.
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