Friday, April 24, 2009



Como lo prometí, aquí va otro post de esta maravillosa historia. Haré un esfuerzo sobrehumano para tratar de publicar un día fijo a la semana, pero por ahora me es algo difícil. Apenas sepa prometo informarles del día para que no se cansen de esperar y especular. Saludos, Corina.


Frida miró a su alrededor. El pequeño apartamento que le proporcionaron los siervos del Señor Tenebroso era sorprendentemente acogedor. Hasta llegaba a ser irónico que hombres tan dados a causar dolor al prójimo pudieran haberse preocupado por un detalle aparentemente tan insignificante como su comodidad.

Miró por la ventana del cuarto. La capital inglesa estaba completamente iluminada. Aun pareciendo un montón de puntos luminosos, la joven no pudo dejar de pensar lo bonita que parecía ser esa ciudad. Estaba segura de que le iba a gustar mucho vivir ahí.

Volvió a la sala de estar. Había pasado las últimas dos horas hablando con Ludovic, Rigel y Agamenon, montando el perfil completo de su víctima y planeando todos los detalles para el acercamiento. Miró las notas resultantes de la reunión desparramadas sobre la mesa. También había algunas fotos. Tomó una de ellas y observó cada detalle del rostro y del cuerpo del hombre que debería conquistar y traicionar.

El primogénito de los Black-Thorne era alto y fuerte, tenía una abundante cabellera castaño rojiza y bellos ojos verdes. Podría ser peor, pensó para sí misma... Por lo menos Aldebarán era un hombre bastante atractivo. En su trabajo para Voldemort cuando estaba en Europa Continental hizo cosas mucho peores, algunas de las cuales todavía la atormentaban. Aquello después de todo hasta podía volverse placentero.

Bebió un vaso de agua y se dirigió hasta el cuarto para dejarse caer sobre su cama. Ahora que estaba sola en la oscuridad no necesitaba sostener más la pesada máscara que la acompañaba en el día a día. Lloró copiosamente abrazándose las rodillas.

Cerró los ojos y vislumbró en los sitios recónditos de su memoria a una pequeña niña rubia, de no más de cinco años de edad, que estrechaba fuertemente contra su pecho una muñeca de trapo que era casi un despojo. Sus padres discutían.

—¿Crees que esto es justo? —gritaba el hombre con fuerte rebeldía en su voz.

—Cálmate, Tomek. Entiendo lo que quieres decir, pero para todo hay una solución.

—¿Solución? ¿Solución? ¿A quién quieres engañar? ¡Mira a tu alrededor, Graznya, no ha quedado nada! ¡Nada! ¿Crees que es fácil para mí ver la decadencia de nuestra familia? Soy un noble, crecí rodeado de criados, acostumbrado al lujo y a la abundancia... Me repugna ver hasta dónde hemos llegado.

—Pero la culpa no es tuya, amor.

—¡Por supuesto que no! Es del maldito gobierno que encarceló y ejecutó a mi padre, aparte de apoderarse de todos nuestros títulos y bienes como compensación por los crímenes cometidos por él. ¡Quisiera que el Barón nunca se hubiese metido con ese maldito mago, o por lo menos que el inglés nunca se hubiese cruzado en el camino de los dos! Ahora somos nosotros los que estamos pagando por los errores del viejo. Nadie quiere emplearme por ser su hijo. ¿Cómo voy a mantenerte a ti y a la pequeña Frida?

El hombre comenzó a llorar desesperadamente. Su esposa lo estrechó en sus brazos para consolarlo.

La joven se movió sobre la cama, mirando entonces el anillo dorado con un solitario rubí. Regalo del maestro. Un ligero temblor le recorrió el cuerpo. Sentía frío, pero no tanto como en su primer año en Durmstrang, cuando tenía sólo once años.

Sus compañeros de instituto, tanto los pequeños como los más grandes, actuaban de forma tan extraña cuando ella estaba cerca... Susurros y miradas torvas terminaron por volverse una constante en su vida escolar, pero eso no quería decir que se hubiera acostumbrado a ello.

Muchos parecían temerla, como si dentro de Frida existiera un monstruo hibernando, listo para despertarse cuando menos se lo esperara. Otros la trataban con tal reverencia, que era tan aterrador como los que le tenían miedo. Quería entender el porqué...

Hasta que en una clase de Historia de la Magia, la realidad se desplegó ante ella como una luz cegadora. No supo qué fue peor, si las miradas de todos los compañeros volteándose hacia ella o descubrir quién fue verdaderamente su abuelo paterno, tema que era tabú en su casa.

El viejo Barón Grygiel había sido uno de los principales capitanes de la batalla de Grindelwald, el temible mago tenebroso que aterrorizó a Europa a principios de siglo.

Todo tuvo sentido en ese momento y la chica se sintió predestinada a seguir el sendero del lado negro de la magia. Estaba en su sangre. Pero eso no podía aceptarlo. ¡Nunca! Lucharía hasta que no le quedaran fuerzas contra un destino tan desgraciado.

Frida se levantó de la cama y caminó impaciente de un lado a otro del cuarto. Estaban emergiendo demasiados recuerdos juntos en ese momento. Sí, estaba en un punto trascendental de su vida. Llegó a Inglaterra y ahora estaba sirviendo directamente a Voldemort. Estaba muy, muy cerca de conquistar todo con lo que siempre soñó.

Tenía catorce años. Eran vacaciones de verano. La mayoría de sus compañeros debía de estar viajando por el país o hasta inclusive en el exterior, pero Frida se contentaba con pasar las tardes soleadas en su cuarto, estudiando o tan sólo dejando pasar el tiempo. Sabía que sus padres no podían gastar el poco dinero que conseguían en viajes extravagantes.

Se entretenía con su volumen de “Hechizos Avanzados” cuando sintió el grito atronador de su madre. Sintió las piernas volvérsele gelatina y el corazón disparársele. Nunca la había oído gritar así.

Avanzó paso a paso por los corredores de la casa heredada de su abuelo, una de las pocas cosas que les quedaron de la amplia fortuna de los Grygiel. Tenía miedo, mucho miedo de lo que iría a encontrar cuando llegase adonde estaba su madre.

Pero ninguno de los funestos pensamientos que brotaron en su mente a lo largo de su trayecto por el corredor podían haber sido peor que la realidad.

Sentada en el suelo del baño estaba su madre, en estado de shock. Las manos de la señora Grygiel cubrían su rostro, apenas pudiendo contener el horror y el llanto, mientras un charco de agua ligeramente rojiza comenzaba a esparcirse por el suelo.

Frida miró hacia la bañera, que ahora servía de tumba para su padre, y supo en ese momento que no había más escapatoria. La mano del Invisible finalmente la había alcanzado y aplastado como un insignificante insecto. Luchó tanto por tanto en tiempo, todo en vano. Aceptó finalmente que su destino pertenecía a la oscuridad. Nunca más podría soñar con ser feliz, con ser amada...

La joven bruja se sentó nuevamente sobre su cama y se miró fijamente los pies. Sí, el momento estaba llegando y esta vez su familia estaría del lado de los vencedores.

—Como te lo prometí, padre, muy en breve los Grygiel recuperarán su debido lugar de poder en el mundo. Todos nos van a respetar nuevamente.

Qué tonta había sido en su infancia, pensó Frida. Pero aquello era pasado, ahora estaba completamente segura de que su destino era la soledad. Un precio pequeño a pagarse para recuperar el nombre de su familia. Había muchas otras cosas de que preocuparse...

Efectivamente en su vida no había lugar para el amor...



Wednesday, April 22, 2009



Por razones de salud no he podido postear en estas semanas, así que como compensación publicaré hoy post y el viernes habrá otro. Haré todo lo posible para que la publicación sea un día fijo a la semana. Saludos, Corina.


Una densa bruma envolvía la parte externa de la estación ferroviaria, en una pequeña ciudadela del sur de Escocia. Tres señores vestidos distinguidamente esperaban la llegada del siguiente tren. El primero era alto y tenía el cabello canoso y ojos castaño claros, el segundo era bajo, calvo y gordo, mientras que el tercero, ligeramente encorvado, tenía el pelo completamente blanco y sostenía un libro en las manos.

—¡Por Salazar Slytherin, me gustaría saber qué diablos estamos haciendo aquí en esta estación de tren muggle escondida en donde Merlín perdió el bastón! —exclamó el hombre calvo.

—¿Por qué tanta irritación, Agamenon? ¿Por casualidad todo esto es miedo de que nuestros enemigos nos descubran aquí, aun con nuestros fabulosos disfraces? Por lo menos para eso sirven esos gusanos que el maestro mantiene en las mazmorras: materia prima para pociones multijugos...

—Por favor, primo, deja los comentarios y las provocaciones para otro momento —dijo el canoso—. Respondiendo a tu pregunta, Star, estamos aquí para recibir a una nueva persona. Ella ya servía al Lord en Europa, y como hizo un trabajo excepcional fue convocada a trabajar aquí en Gran Bretaña.

—Aún así, Ivory, no entiendo por qué estamos esperándola en un lugar infestado de muggles, ni tampoco por qué yo estoy aquí con ustedes... Después de todo mi especialidad nunca fue el trabajo de campo, sino el administrativo...

—Vaya, vaya, Agamenon, ¿tienes mejor estrategia para despistar a nuestros enemigos que escondernos en medio de la escoria de animales nacidos sin magia? Y sobre tu presencia aquí, a pesar de que no tienes los mismos valiosos talentos míos y de mi querido primo y prefieras el trabajo administrativo, el maestro cree que puedes ser útil para nuestra actual misión.

—¿Y cómo la nueva sierva nos va a reconocer?

—Con esto —dijo Ludovic, mostrando el libro que sujetaba.

—¡¿“Fausto”?! —exclamó Star, sorprendido—. El maestro sí que tiene un sentido del humor bastante peculiar.

—En realidad la idea fue mía —dijo Black-Thorne, sonriendo maliciosamente.

Agamenon lo miró horrorizado, tratando de imaginar la reacción de Voldemort frente a esa sugerencia.

Rigel miró a su primo y sonrió a medias.

—Te gusta jugar con el peligro, ¿eh, Ludovic?

—Qué dices, querido primo... Al maestro no le importó, muy por el contrario, se rió a carcajadas, contento de ser comparado con Mefistófeles.

El tren arribó a la estación exactamente a la hora indicada. La gente fue bajando de a poco y la última persona fue una bella y elegante mujer rubia de límpidos ojos castaños. Usaba un vestido azul claro y un pequeño sombrero del mismo tono. Se acercó entonces lentamente a los tres señores, diciendo con una voz aterciopelada cargada de un ligero acento polaco:

—Soy Frida Witoslawa Grygiel. Creo que ustedes son mis acompañantes.

—Ciertamente, señorita Grygiel —dijo Rigel, haciendo una ligera reverencia—. Es un placer conocer a alguien de tan distinguido linaje como usted. Yo soy Rigel Ivory, estos son mi primo Ludovic Black-Thorne y Agamenon Star.

Frida los saludó inclinando la cabeza.

—Esta no es la verdadera apariencia de ustedes —sonrió—. Me alegra ver que estoy rodeada de profesionales.

—Sí que es muy perspicaz —continuó Rigel—. Tendrá la oportunidad de conocer nuestras verdaderas formas en la guarida del maestro. Y sin más rodeos, vámonos. El Lord la espera ansiosamente.

La sala de trono del Señor Tenebroso se encontraba parcialmente iluminada por antorchas de llamas verdosas. Era exactamente así como le gustaba a Voldemort, ayudaba a crear un cierto ambiente que el permitía imponer un aura de terror incluso entre sus siervos. Sentía un inmenso placer en ser temido.

De repente la sala se vio invadida por la presencia de cuatro personas más. El heredero de Slytherin los esperaba hacía un buen tiempo. Agamenon Star, Ludovic Black-Thorne, Rigel Ivory y una bella y grácil joven se arrodillaron humildemente frente al trono de su maestro.

Voldemort se levantó y se encaminó hasta la joven. Le sostuvo el rostro con sus manos escuálidas y blancas y la miró con sus fríos ojos rojos. El Señor Tenebroso no pudo dejar de pensar en lo mucho que ella se asemejaba a un cálido y puro ángel. La muchacha no se intimidó, sino que le sostuvo la mirada. Voldemort sonrió.

—Quién podría imaginar que detrás de una cara tan bella y unos ojos aparentemente tan inocentes se esconde una de mis más despiadadas y frías agentes. Mis representantes en Europa me informaron de tus éxitos. Lo que no me sorprende en realidad, dados tus orígenes. Era de esperarse que fueras tan buena en lo que haces, siendo nieta de quien eres. Siendo así te he llamado a trabajar aquí en Gran Bretaña.

—Y aquí estoy, maestro, lista para servirte.

—Yo sé que sí, querida. Pueden levantarse todos —dijo el Señor Tenebroso, regresando a su asiento—. Como dije antes, tus hazañas en Europa me impresionaron mucho, por eso te hice venir aquí. Eres la persona perfecta para una misión muy especial.

—¿Finalmente recibiré la Marca, milord? —preguntó la hechicera.

—No, aún no. Te necesito completamente incólume para la misión. Recientemente algunos de nuestros espías dentro del Ministerio de Magia local pasaron a ser blanco de sospecha de nuestros enemigos y tuvieron que ser reubicados, si es que me entiendes. Y con eso perdimos una valiosa fuente de información. Y ahí es donde tú entras...

—¿Voy a trabajar en el Ministerio, señor?

—No, tenemos algo más elaborado en mente. Lo que quiero que hagas es acercarte a un funcionario del gobierno. Sabes, Frida —dijo Voldemort, sonriendo maliciosamente—, muchos más secretos fueron revelados en la cama que en sesiones de tortura. Es una táctica que ya hemos utilizado anteriormente con grandes resultados. Por tanto creemos que este sería un trabajo ideal para tus talentos únicos. Y tenemos la víctima perfecta para ti, ¿no es verdad, Ludovic?

—Sí, milord —concordó Black-Thorne, sin esconder su satisfacción.

—El hermano mayor de Ludovic y primo de Rigel es auror. Con los datos proveídos por ambos, tú vas a seducirlo y tratar de descubrir todo lo que él sabe. Agamenon está aquí porque, dado su trabajo en los bastidores de nuestra orden, será capaz de proporcionarte los documentos falsos que necesitarás para la tarea y también será tu contacto cuando no te sea necesario reportarte directamente a mí.

—Maestro —inquirió ella—. Como no voy a recibir la Marca, me gustaría saber cómo hará para contactarme.

—Ya me encargué de todo —respondió el Señor Tenebroso, extendiéndole a Frida un pequeño anillo dorado con un solitario rubí incrustado—. Es un sustituto de la Marca. Siempre que te solicite el anillo quemará en tu dedo.

—Muy ingenioso, milord —celebró Ludovic—. Nadie sospecharía de una joya con los colores de la Casa de los enemigos de la Serpiente.

Voldemort sonrió ante el elogio y continuó hablando:

—Espero, querida, que no te esté pareciendo esta tarea degradante.

Frida mantuvo el rostro impasible.

—En absoluto, milord, es un honor servirlo y servir a vuestra causa de la mejor manera que me es posible.

—Si me permite la palabra, señor —interrumpió Rigel—. Entienda, señorita Grygiel, que esta es una misión mucho más ardua de lo que se imagina. Mi primo Aldebarán es un hombre muy reservado, romper sus defensas emocionales no será un trabajo fácil. Por eso la hemos elegido, sus talentos como espía son loables.

—¿Y cómo voy a acercarme a tan distinguido señor? —preguntó ella sin un resquicio siquiera de emoción en su voz.

—Incluso en períodos de guerra, políticos continúan siendo políticos —dijo Ludovic con desdén—. Los idiotas todavía creen que las cenas elegantes son la mejor solución para reunirse e intercambiar ideas. Es por eso que estamos siempre en ventaja. El próximo mes habrá una de esas grandes pérdidas de tiempo. Con la ayuda de sus superiores en Europa y algunos otros agentes infiltrados, pudimos colocarla como secretaria personal del embajador mágico de Polonia. Creo que a través de él no será difícil para alguien con sus dotes conseguir una invitación para la tal fiesta. A pesar de esos recientes incidentes con nuestros informantes, conseguimos descubrir que mi hermano será el responsable de la seguridad del evento.

—Ya entiendo adónde quiere llegar, Black-Thorne —dijo la polaca y, dirigiéndose a Voldemort, completó—: Siendo así, milord, apenas puedo esperar para comenzar mi trabajo —y esbozando por primera vez en toda la conversación un leve trazo de emoción, sonrió perversamente—. Estoy segura de que será... divertido.






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CRÉDITOS

TRADUCCIÓN:Corina Frasier












Este blog es un fanfiction inspirado en los libros de Harry Potter. Nuestra historia comienza en los años 70, el tiempo de la primera guerra mágica. Nuestros personajes son originales, inspirados por el universo de JK Rowling.

NICHOLAS DANIEL JOHNSON


Escritor muggle de libros de fantasía y ficción. Sus padres, Richard y Mary, eran profesores de literatura inglesa, lo que tal vez haya influenciado a Nicholas en su elección profesional. Ambos murieron en un accidente de tráfico al regresar de una conferencia en una noche lluviosa, cuando Nicholas tenía doce años. Fue criado por su hermano mayor, Robert Johnson.


ELIZABETH ASTREA BLACK-THORNE JOHNSON


Heredera de una ultra tradicional y conservadora familia de magos, los Black-Thorne, Elizabeth nunca aprobó las ideas tradicionalistas de sus padres, siempre entrando en serios conflictos con ellos, especialmente con su madre, Marguerite. Cuando era estudiante perteneció a Gryffindor, hecho que generó una nueva desavenencia entre ella y su familia. Es alegre, valerosa e intrépida. Trata con igual simpatía a muggles, magos y mestizos. Es más, su mejor amiga, Marion Peterson, es hija de muggles. Cuando se graduó en Hogwarts decidió ser auror como su hermano Aldebarán, a quien mucho admira.


ALDEBARÁN AURELIUS BLACK-THORNE


Hijo primogénito de Pericles y Marguerite, Aldebarán siempre tuvo una personalidad introvertida. Raramente sonríe a no ser en presencia de su hermana menor, a quien le profesa un gran amor. No aprueba las ideas de sus padres sobre la pureza racial entre los magos y siempre trata con igual deferencia a muggles, magos y mestizos. Cuando estudiaba en Hogwarts perteneció a Ravenclaw. Es un hombre justo y valiente.


FRIDA WITOSLAWA GRYGIEL


Es una bruja de origen polaco y estudió en Durmstrang de joven. Se mudó a Inglaterra poco después de graduarse. Es una mujer elegante, educada y distinguida.


LUDOVIC SEDARIUS ERÍDANO BLACK-THORNE


Hijo del medio del matrimonio Black-Thorne, Ludovic siempre fue el preferido de sus padres exactamente por ser el único de la prole que aprobaba incondicionalmente las ideas paternas acerca de la purificación de la raza mágica. Perteneció a Slytherin cuando estudió en Hogwarts. Después de graduarse se hizo mortífago. Ludovic es uno de los más inescrupulosos, perversos y amorales siervos de Voldemort y uno de sus principales asesinos y torturadores.


ALEXANDER Y GABRIELA SINCLAIR


Gryffindor en los tiempos de Hogwarts, Alex era conocido por su coraje e integridad. Se volvió auror después de graduarse, pero por amor a su esposa abandonó el empleo y se volvió instructor de la Academia de Aurores. Es uno de los mejores amigos de Aldo.
Gabriela nació en Perú y se mudó a Inglaterra para trabajar con su hermano mayor. Muggle, siempre tuvo dificultades en aceptar y lidiar con el mundo mágico, pues iba en contra del temperamento racional que ella cultivó durante años. Es una mujer cariñosa pero de genio fuerte.


LUCY REINFIELD


Miembro de Hufflepuff en época del colegio, vio a sus padres ser asesinados por mortífagos cuando tenía once años de edad; escapó gracias a que estuvo escondida y su madre logró distraer a los siervos de Voldemort. Sin otros parientes vivos, Lucy pasó a estar bajo la tutela de Bartemius Crouch, amigo de largo tiempo de su padre y que terminó ocupando efectivamente el cargo que sería de Reinfield. Cuando se graduó en Hogwarts, Lucy trató de entrar a la Academia de Aurores, pero suspendió los exámenes físicos. Fue gracias al "tío Barty" que Lucy consiguió el puesto de secretaria en el Cuartel General de Aurores.


* Harry Potter, nombres, personajes, lugares y demás hechos relacionados son propiedad de J.K. Rowling, Warner Bros, Bloomsbury, Scholastic, etc.
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