Wednesday, January 28, 2009



La brisa nocturna soplaba sobre el rostro de la joven hechicera. Apoyada contra el balcón exterior del comedor de la mansión Black-Thorne, Elizabeth apreciaba el paisaje, inmersa en sus pensamientos. Todavía podía escuchar la voz de Alastor Moody, su jefe en la Subsección de Infiltraciones, Búsqueda y Captura del Cuartel General de Aurores, gritándole a pleno pulmón sobre los riesgos innecesarios que había corrido al deshacerse de la capa de protección, aun con la intención de proteger a un civil inocente. Sin embargo, el «a pesar de todo fue un buen trabajo» que su jefe agregó enseguida compensó toda el griterío anterior.
O mejor dicho... compensó parcialmente. El rostro de Ludovic todavía invadía sus pensamientos. No tuvo el coraje de contarle a Aldebarán que se encontró con Ludo en la lucha. No sabía cómo su hermano auror reaccionaría con esa noticia.
Fue arrancada de sus devaneos al sentir una mano posarse levemente sobre su hombro.
—¿La visita de los Camposanto es tan aburrida al punto de querer refugiarte aquí?
Elizabeth miró a su padre con cariño y preocupación. El porte altivo de Pericles Thorne decaía a ojos vistas. Su rostro estaba más delgado, su pelo más blanco y se apoyaba con dificultad en su bastón. La enfermedad estaba consumiéndolo mucho más rápido de lo que él se permitía admitir.
—No, papá —respondió—. Sólo estoy un poco cansada. Tuve un día largo en el trabajo. Y esas cenas sociales de mamá son un poco extenuantes. Además, eso no te hace bien. Debería controlarse, es la tercera en menos de dos semanas.
Pericles dejó formarse una sonrisa discreta en su rostro usualmente rígido.
—Ya conoces a tu madre. Ese tipo de cosas es lo que la deja feliz. Los Camposanto son una familia importante de Italia, recibirlos aquí es un placer para Marguerite. Además, sospecho que ella esté tratando de conseguirte un pretendiente con todas estas cenas. Todavía no se resigna a tu ruptura de tu compromiso con el joven Sinn.
Elizabeth bajó los ojos. Su madre apenas le dirigía la palabra desde que decidió terminar el noviazgo, hacía ya más de un año.
—¿Tú también crees que actué mal en esa situación?
El viejo Pericles alzó la cabeza y miró en silencio el cielo nocturno antes de responderle a su hija.
—Confieso que en aquella época quedé consternado, pero hoy, después de mucho pensarlo, acepto que Maxwell no era digno de ti. Pero concuerdo con tu madre en que necesitas casarte. Los Thorne son un linaje matrilineal, tú eres la próxima matriarca del clan y tienes responsabilidades que cumplir, dada tu posición.
La muchacha se mordió ligeramente los labios. Sabía lo importantes que eran las tradiciones y la mantención de la “fuerza y de la sangre” para su padre.
—También tengo mis obligaciones como auror —dijo finalmente.
—Una cosa no excluye a la otra —replicó Pericles, mirando nuevamente a su hija—. Las mujeres Thorne siempre fueron guerreras. Y aunque yo cuestione esa defensa ardiente que tú y Aldebarán tienen por los no magos y mestizos, respeto tu necesidad de luchar. Pero tienes que casarte. Y como pareces no estar de acuerdo con esos posibles pretendientes de tu madre, te recomiendo que comiences a buscar tal vez entre tus compañeros de trabajo. Alguien de una familia tradicional. Uno de los hermanos Prewett, quién sabe.
Elizabeth sonrió, ligeramente roja. Nunca antes pensó en Fabian o Gideon como posibles pretendientes, aunque admitía que ninguno de los dos daba para despreciar. Con todo ese tipo de arreglo era imposible, tanto por parte de ellos como de ella.
—Oh, no, Fabian ya está comprometido con la hija de los Vance, y Gideon... no sé, pero tengo la impresión de que él también ya tiene a alguien, pero es demasiado discreto para comentar sobre el asunto. Mira, papá, te prometo que cuando llegue la hora encontraré a la persona adecuada.
—Espero que sí, Elizabeth. Pero principalmente espero que seas sensata en tu elección. Por favor, no te demores mucho por aquí —dijo Pericles mientras caminaba con dificultad al interior de la casa.
Betsy se inclinó más sobre el balcón. ¿La persona adecuada? ¿Adecuada para ella o para sus padres? Porque desde el día que tomó café con Nicholas Johnson no podía dejar de pensar en él. Y definitivamente él era opuesto a cualquier cosa que sus padres tomaban como correcto.
Se incorporó al notar un punto pardo crecer cada vez más en la oscuridad de la noche. En pocos minutos una lechuza de las torres se posó suavemente a su lado. Llevaba un pergamino atado en la pata.
—Buenas noches, Lennon —dijo ella, acariciando la cabeza del ave—. ¿Qué me mandó Marion hoy?
Al desdoblar la carta de su amiga, la hechicera dejó escapar una cálida sonrisa.
“Él llamó. Quiere encontrarse contigo el viernes de noche. Si no aceptas te juro que te arrojo a un caldero con aceite hirviendo. Besos, Marion”.
Betsy sintió el corazón disparársele involuntariamente. Después de aquella noticia, enfrentarse a cualquier cena aburrida organizada por su madre no haría la más mínima diferencia.



Monday, January 19, 2009



Los pasos del muchacho se escuchaban en los corredores. La Real Academia Inglesa parecía un castillo sombrío en esa época de vacaciones.
Fundada en 1816, el lugar funcionó durante casi toda su existencia como un colegio interno, al cual se acoplaba cada campus universitario. A medida que el campus se fue expandiendo, las instalaciones del colegio pasaron también a ser parte de la universidad. Eso hacía apenas diez años, los mismos años en los cuales el establecimiento finalmente dejó de atender exclusivamente a la aristocracia británica, a excepción de algunos pocos pollos mojados que con mucho esfuerzo conseguían una vacante para estudiar en la R.A.I.. Las notas pasaron a tener un peso mucho mayor que los títulos de nobleza en las fichas de admisión de los estudiantes. Pero no por eso la academia dejó de ser una de las instituciones de enseñanza más rígidas y prestigiosas del país.
Nicholas conocía de cabo a rabo las oscuras paredes de piedra de ese lugar. Aun antes de ser aceptado como estudiante allí ya había pasado por esos corredores incontables veces. Ya fuera en las fiestas de docentes, o cuando sus padres no conseguían una niñera y él pasaba las tardes dibujando en el gabinete que los Johnson compartían en el Departamento de Lengua y Literatura.
Mary Johnson era estudiosa de la obra del bardo inglés William Shakespeare y de otros escritores del 1600, como Christopher Marlowe y Ben Jonson. Y Richard se inclinaba por la investigación acerca de la literatura medieval y las variaciones lingüísticas de la lengua inglesa en ese período histórico. Enseñar allí era la vida y la pasión de los dos.
Cuando se graduó en la secundaria, llegó a considerar pedir plaza en Cambridge u Oxford. Tenía las calificaciones suficientes para ello, pero estudiar en la RAI era estar cerca de sus fallecidos padres. Y cuando fue aceptado, no pensó más en ninguna otra alternativa.
Después de unos minutos de caminata, llegó a su destino. En la placa dorada de la puerta de roble se podía leer “Profesor Thomas Hopkins”. Nick llamó a la puerta y oyó en respuesta una voz ronca y ahogada invitándolo a entrar.
Un hombre de aproximadamente unos cincuenta y pocos años, ya parcialmente calvo y entrado en carnes, acomodaba unos papeles sobre el escritorio. Al ver a Nicholas entrar se levantó para saludarlo.
—Mi querido Nick, sé que estás de vacaciones pero me alegro que hayas respondido a mi petición. Siéntate —dijo el hombre mientras señalaba una silla frente a la suya.
—Es siempre un placer charlar con usted. Además, me dijo por teléfono que parecía ser importante.
El hombre se inclinó hacia el joven mientras terminaba de encender su pipa.
—Sí, es importante, Nick. Mucho. Tú sabes que yo era amigo de tus padres. Dick y Mary hacen mucha falta. Como académicos y como amigos. Y dada la relación que yo mantenía con ellos, me siento un poco responsable de ti.
—Entiendo, profesor, y se lo agradezco.
El viejo Hopkins dio una nueva bocanada a su pipa antes de proseguir.
—Bien, Nick, faltan tan sólo seis meses para que te gradúes y creo que es hora de que comiences a pensar en tu futuro.
El muchacho se removió incómodo en la silla. Comenzaba sospechar cuál era el rumbo que tomaría la conversación.
—Pero ya estoy pensando en eso, señor —respondió, casi en la defensiva—. Quiero ser escritor profesional. Mi primer libro inclusive acaba de ser lanzado.
—Lo supe —continuó el catedrático—. Pero aún así creo que eres demasiado talentoso como para ser sólo escritor. Tienes tanto que ofrecer... Creo que serías un excelente profesor universitario. Estoy seguro de que tus padres estarían de acuerdo conmigo.
Nicholas se contuvo para no irse de allí sin darle una respuesta al hombre. Por más que Hopkins hubiese sido amigo de sus padres, no tenía derecho de tratar de definir lo que era mejor para él y mucho menos de desmerecer la profesión que había elegido.
—Con todo respeto, profesor, pero siendo escritor estaría también ofreciendo algo muy importante a mucha gente.
Thomas arqueó ligeramente una ceja, percibiendo que el joven había interpretado erróneamente sus afirmaciones. En ningún momento había querido ofender a Nicholas, realmente lo tenía en muy alta estima.
—No estoy disminuyendo el valor de tu elección —dijo, disculpándose—. Leí tu libro y realmente tienes talento, no puedo negarlo. Pero recuerda que algunos de tus ídolos, como Tolkien y Lewis, eran escritores Y profesores. Todavía tienes seis meses por delante para saber lo que realmente quieres. Lo que quiero dejarte claro es que la RAI siempre estará con las puertas abiertas para ti.
—De acuerdo —respondió Nicholas, más calmado—. Voy a pensar bien sobre nuestra conversación de hoy. Gracias.
Hopkins se levantó y estrechó efusivamente la mano de Nick.
—No hay de qué, mi estimado joven. Me alegro de oír eso. Te veo entonces cuando comiencen las clases.
—Por supuesto, profesor.
Ya fuera del despacho, Nicholas no pudo contener un suspiro de alivio al verse lejos del viejo Hopkins. Sabía que tenía buenas intenciones, pero no tenía dudas de que ser profesor no era un camino que elegiría. La RAI era la vida de sus fallecidos padres y parte importante de la suya, pero le cabía sólo a él decidir su destino. Además había todo un mundo allá afuera que deseaba conocer como para dejarse enclaustrar entre aquellas paredes de piedra.



Saturday, January 10, 2009



Aquí les tengo un nuevo capítulo de esta historia. Que lo disfruten.

Capítulo 2
“A hard day’s night”



Elizabeth se encogió al escuchar el estruendo de la explosión a su espalda. Sus ojos recorrieron rápidamente el hall de entrada de la mansión que ella y algunos colegas aurores habían invadido esa tarde, después de una denuncia anónima.
La única luz natural que había en el ambiente provenía de algunas ventanas rotas, próximas a la puerta de entrada. Paradójicamente todos los rincones estaban iluminados por la lluvia de hechizos que se intercambiaban los agentes del Ministerio y los seguidores del Señor Tenebroso.
La joven auror estaba agachada detrás de una mesa tirada que la protegía precariamente. Podía sentir el cuerpo de la niña que protegía temblando violentamente contra el suyo. La niña no debía de tener más de cuatro años de edad. Tenía el cabello completamente rapado, laceraciones y cortes por todo el cuerpo y los huesos eran visibles bajo la piel. Los ojos opacos y embotados denunciaban que ella había sido sometida a malos tratos que ningún niño, ningún ser humano debería sufrir. Ella no estaba mejor que los demás muggles que se encontraban en el lugar.
La batalla entre los aurores y los mortífagos ya duraba un buen par de horas, afortunadamente con la balanza inclinándose sobre los primeros. La mayoría de los cautivos ya habían sido liberados. Desde donde estaba Betsy podía ver a los hermanos Prewett y a Longbottom conducir a algunos rehenes al exterior, en donde un ómnibus mágicamente modificado los aguardaba para ser transportados.
Elizabeth apartó a la niña de su pecho y la obligó a mirarla. Trató de sonreír para tranquilizarla.
—Sé que tienes miedo, querida, pero necesito que te levantes y corras hasta esos muchachos que están en la salida. ¿Puedes hacerlo?
La chiquilla negó con la cabeza. Betsy se encontraba en un dilema. No podía salir de su puesto, pues necesitaba cubrir la retaguardia de los aurores que estaban en la puerta, pero no podía mantener a la niña con ella. Eso retrasaría el rescate de los muggles y también disminuiría la movilidad de la hechicera durante la batalla. Se dispuso entonces a desabotonarse la capa negra de su uniforme. La malla oscura fue especialmente hecha para situaciones como ésa. Era usada en misiones de ataque y servía como un escudo mágico contra la mayoría de las maldiciones conocidas, excepto las tres Imperdonables...
—Mira, presta atención —continuó Betsy, mientras sostenía delicadamente el rostro de la niña y le mostraba la capa—. ¿Ves esto de aquí? Voy a ponértela encima. Si te cubres con ella, los malvados no te van a ver, sólo los chicos buenos que te están esperando en la puerta. Así podrás caminar hasta ellos sin miedo.
La niña asintió y, apenas la bruja la cubrió, salió corriendo en dirección a los otros aurores. En ese mismo instante Betsy se levantó de detrás de la mesa, varita en ristre, y atacó a los mortífagos que tenía a la vista. Absorta en la batalla, apenas distinguió las siluetas de Kamus y Willhelm, quienes avanzaron de un salto en dirección a sus enemigos. Sin ninguna otra víctima en su poder, era cuestión de tiempo para que los mortífagos batiesen retirada, y eso los aurores no podían permitirlo.
Elizabeth oteó nuevamente el recinto, esta vez buscando una brecha para avanzar como su primo y Deveraux lo hicieron. Pero antes de que pudiera encontrar una abertura, notó que uno de los mortífagos se separó del grupo y trató de avanzar hasta la salida, en donde los demás aurores conducían a los prisioneros. Era obvio que él quería minimizar las pérdidas de esa empresa matando a algunos agentes del Ministerio y también a algunos de los ex cautivos.
Kamus y Willhelm estaban alejados y completamente rodeados como para prestar atención al “lobo descarriado”. Le quedaba a Elizabeth impedir que el encapuchado se acercase a los demás. Lanzó un hechizo, que pasó zumbando entre las vestiduras del mortífago. Por muy poco no lo acertó de lleno. Por lo menos pudo llamar su atención. Si el mortífago no estuviera con la cara cubierta por la máscara, la auror se habría sorprendido de la sonrisa que brotó en los labios del hombre.
En vez de lanzar un hechizo, el seguidor de Voldemort corrió rápidamente en dirección a Elizabeth y la empujó puerta adentro a la habitación más cercana al hall. La muchacha perdió el equilibrio y sintió la espalda golpearse pesadamente contra el suelo polvoriento, mientras el mortífago caía sobre ella.
Betsy trató de soltarse mientras el hombre trataba de sostenerla de las muñecas. Después de unos minutos en esa lucha la auror logró propinarle un rodillazo en la boca del estómago al mortífago, quien se soltó de ella, jadeante. Luego de localizar la varita cerca de la pata de una amplia y refinada mesa, la joven giró el cuerpo para recuperar su posición de defensa. Arrodillada, apuntó la varita al encapuchado, quien se levantó aún respirando con dificultad.
—Sabes, habría sido muy fácil matarte en la otra habitación —comenzó el hombre—. Estabas completamente indefensa sin tu capa. Pero tengo que mantener mi reputación para con mis pares. Por eso te traje aquí, lejos de la vista de todos para hablar.
Elizabeth sintió la respiración parársele al reconocer esa voz. Sabía que tarde o temprano ellos se encontrarían en bandos opuestos en el campo de batalla, desde que él fue oficialmente declarado “traidor del Estado”. Pero por más que hubiese imaginado esa escena en su mente millones de veces, ninguna de ellas la preparó para la triste realidad.
—¿Lu... Ludovic? —dijo casi en un hilo de voz.
El mortífago asintió y se quitó la máscara y la capucha, revelando así los ojos verdes y el pelo tan rojo como los que la auror veía en el espejo cada mañana.
—¿Y entonces, hermanita, no me vas a dar un abrazo? Hace casi un año que no nos vemos.
La joven se sintió flaquear por unos segundos. Una mezcla de odio y tirsteza le oprimían el pecho. No pudo contener las lágrimas que se le escaparon, dejando marcado su camino en sus mejillas. Lo que presenció allí ese día... el horror estampado en los rostros de los prisioneros, en el rostro de la chiquilla que hasta pocos minutos atrás tenía abrazada contra ella. Y su hermano era uno de los responsables de esa barbarie... Pero él era su hermano... crecieron juntos, compartieron tantas cosas...
Apretó la varita con ambas manos. Tanta era la fuerza con que oprimía el instrumento mágico que por un momento pensó que la varita se iría a despedazar en sus manos. Cerró los ojos, aún con Ludovic en su mira. Una luz roja se desprendió de su varita. Sin embargo, cuando Elizabeth abrió los ojos, en vez del cuerpo paralizado del mortífago, no vio nada ni a nadie. Él se había aparecido.



Friday, January 02, 2009



¡¡¡Feliz año nuevo para todos!!! Aquí, como verán, estamos de estreno de layout ^^, obra de mi querida colega Carol, una de las escritoras del Expreso original. Disfruten de la última parte de este capítulo. ¡Que pasen muy bien!


Nicholas y Elizabeth se sentaron en una mesa próxima a una ventana en una acogedora cafetería en el centro de Londres. El lugar tenía un decorado retro, al estilo de los años 40, que lo hacía todavía más encantador.
Betsy tomaba un capuchino mientras Nick saboreaba un simple café negro. Éste soltó una risa corta.
—¿Qué pasa? —preguntó ella.
—Es que tienes un bigotito de capuchino.
Elizabeth bajó la mirada, avergonzada. Su tez usualmente blanca adquirió un color escarlata.
—Siempre pasa —dijo, limpiándose la boca con una servilleta—. Perdona.
—No tienes de qué preocuparte. Me pareció muy lindo.
Betsy sonrió.
—Bueno, te estaba preguntando en qué trabajas —dijo el escritor.
La joven miró al muchacho sentado frente a ella. Era tan simpático, alegre y atrayente… Hacía mucho tiempo que no se sentía tan libre, tan cómoda con alguien. Lo más extraño era que se conocían hacía tan sólo pocas horas. Aún así no quería mentirle, pero tampoco podía contarle la verdad. Difícilmente Nicholas comprendería su trabajo como auror. Optó por un término medio.
—Trabajo en un banco. En la parte de gestión, ya sabes, reunión y archivamiento de información financiera, cosas así. Pero es algo aburrido. Hablemos de cosas más interesantes… Por ejemplo tu cuento, “La marca carmesí”, realmente me encantó.
—¿No te pareció demasiado sombrío? —preguntó él—. Fueron las palabras de los editores cuando casi cortaron el cuento. Quiero decir, es la historia de un ogro que toma prisionera a la princesa y le devora el corazón todas las noches, y encima dice que lo hace por amor…
Elizabeth asintió. Efectivamente era sombría la trama, pero había un lirismo en esa historia que la fascinó mientras leía, al punto de arrancarle lágrimas.
—Sí, pero su corazón siempre se regeneraba —se justificó—. Y al final la princesa consigue recuperar su corazón y escapar, a pesar de la enorme cicatriz roja que permaneció en su pecho. Puedes llamarme loca o extraña, pero me identifiqué mucho con la protagonista…
—¿Por casualidad tienes algún ogro en tu vida? ¿Algún novio celoso? —preguntó Nicholas en broma.
Betsy se echó a reír. Nunca había pensado en ello hasta ese momento, pero el escritor estaba en cierta forma acertado en sus conjeturas.
—Ahora que lo dices… más o menos. No es un novio, pero sí una madre un poquito exigente.
—Disculpa —Nicholas parecía arrepentido por el comentario—, sólo estaba bromeando, no sabía…
—Está bien, no tienes por qué disculparte —dijo ella, tratando de tranquilizarlo.
Betsy miró para el exterior de la cafetería. Las primeras estrellas comenzaban a despuntar en el cielo londinense. Desgraciadamente tenía que desempeñar el papel de Cenicienta más pronto de lo que deseaba.
—Tengo que irme —dijo.
—¿Quieres que te lleve hasta tu casa? —preguntó Nicholas, solícito.
—No es necesario… —respondió ella casi en un murmullo.
Le era imposible para él llevarla a su casa, después de todo Nicholas no podía aparecerse, y dada la distancia entre Londres y la mansión de los Thorne, ese era el mejor medio de transporte. Al mirar la cara desolada del joven, Betsy impulsivamente hizo algo que hasta a ella misma le sorprendió: se inclinó sobre la mesa y besó a Nick en la mejilla.
Fue el turno de Nicholas de ponerse rojo. El gesto de la muchacha lo tomó por sorpresa e hizo que su corazón se disparara nuevamente.
Todo lo que estaba sucediendo allí era una locura, una alegre y dulce locura, era verdad. Todavía se preguntaba cómo había reunido coraje para invitar a una completa extraña a salir. No era su forma de ser, usualmente más cuidadoso en cuestiones del corazón. Pero cuando vio a Elizabeth frente a él en aquella fila, estuvo seguro de que era su hada, como la gitana le había predicho cuando era niño. Sabía que era irracional seguir una fantasía infantil, pero sentía que se habría arrepentido si no se hubiera arriesgado a dar un paso mayor al que estaba acostumbrado.
—Wow —dijo, embriagado, mientras se pasaba la mano por la mejilla, bien donde la joven le había besado. Le sonrió y Elizabeth le devolvió la sonrisa—. ¿De veras tienes que irte?
—En serio no puedo quedarme… Ya estoy un poco atrasada. Hoy hay una importante cena en casa con algunos amigos de mis padres y mi madre se va a molestar inmensamente si no llego pronto.
—Bueno, si no te puedo llevar a casa, ¿podré llamarte por teléfono? Si quieres verme de nuevo, claro.
—Claro que quiero. No tengo teléfono —tomó una servilleta y anotó unos números— pero mi amiga Marion sí tiene. Ella sabe cómo encontrarme.
Se despidió de Nick con una sonrisa. Luego de salir de la cafetería y mientras buscaba un lugar para aparecerse de vuelta a casa sin ser vista por los muggles, Elizabeth no pudo dejar de pensar que aquel había sido uno de los mejores días de su vida en mucho, mucho tiempo.
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CRÉDITOS

TRADUCCIÓN:Corina Frasier












Este blog es un fanfiction inspirado en los libros de Harry Potter. Nuestra historia comienza en los años 70, el tiempo de la primera guerra mágica. Nuestros personajes son originales, inspirados por el universo de JK Rowling.

NICHOLAS DANIEL JOHNSON


Escritor muggle de libros de fantasía y ficción. Sus padres, Richard y Mary, eran profesores de literatura inglesa, lo que tal vez haya influenciado a Nicholas en su elección profesional. Ambos murieron en un accidente de tráfico al regresar de una conferencia en una noche lluviosa, cuando Nicholas tenía doce años. Fue criado por su hermano mayor, Robert Johnson.


ELIZABETH ASTREA BLACK-THORNE JOHNSON


Heredera de una ultra tradicional y conservadora familia de magos, los Black-Thorne, Elizabeth nunca aprobó las ideas tradicionalistas de sus padres, siempre entrando en serios conflictos con ellos, especialmente con su madre, Marguerite. Cuando era estudiante perteneció a Gryffindor, hecho que generó una nueva desavenencia entre ella y su familia. Es alegre, valerosa e intrépida. Trata con igual simpatía a muggles, magos y mestizos. Es más, su mejor amiga, Marion Peterson, es hija de muggles. Cuando se graduó en Hogwarts decidió ser auror como su hermano Aldebarán, a quien mucho admira.


ALDEBARÁN AURELIUS BLACK-THORNE


Hijo primogénito de Pericles y Marguerite, Aldebarán siempre tuvo una personalidad introvertida. Raramente sonríe a no ser en presencia de su hermana menor, a quien le profesa un gran amor. No aprueba las ideas de sus padres sobre la pureza racial entre los magos y siempre trata con igual deferencia a muggles, magos y mestizos. Cuando estudiaba en Hogwarts perteneció a Ravenclaw. Es un hombre justo y valiente.


FRIDA WITOSLAWA GRYGIEL


Es una bruja de origen polaco y estudió en Durmstrang de joven. Se mudó a Inglaterra poco después de graduarse. Es una mujer elegante, educada y distinguida.


LUDOVIC SEDARIUS ERÍDANO BLACK-THORNE


Hijo del medio del matrimonio Black-Thorne, Ludovic siempre fue el preferido de sus padres exactamente por ser el único de la prole que aprobaba incondicionalmente las ideas paternas acerca de la purificación de la raza mágica. Perteneció a Slytherin cuando estudió en Hogwarts. Después de graduarse se hizo mortífago. Ludovic es uno de los más inescrupulosos, perversos y amorales siervos de Voldemort y uno de sus principales asesinos y torturadores.


ALEXANDER Y GABRIELA SINCLAIR


Gryffindor en los tiempos de Hogwarts, Alex era conocido por su coraje e integridad. Se volvió auror después de graduarse, pero por amor a su esposa abandonó el empleo y se volvió instructor de la Academia de Aurores. Es uno de los mejores amigos de Aldo.
Gabriela nació en Perú y se mudó a Inglaterra para trabajar con su hermano mayor. Muggle, siempre tuvo dificultades en aceptar y lidiar con el mundo mágico, pues iba en contra del temperamento racional que ella cultivó durante años. Es una mujer cariñosa pero de genio fuerte.


LUCY REINFIELD


Miembro de Hufflepuff en época del colegio, vio a sus padres ser asesinados por mortífagos cuando tenía once años de edad; escapó gracias a que estuvo escondida y su madre logró distraer a los siervos de Voldemort. Sin otros parientes vivos, Lucy pasó a estar bajo la tutela de Bartemius Crouch, amigo de largo tiempo de su padre y que terminó ocupando efectivamente el cargo que sería de Reinfield. Cuando se graduó en Hogwarts, Lucy trató de entrar a la Academia de Aurores, pero suspendió los exámenes físicos. Fue gracias al "tío Barty" que Lucy consiguió el puesto de secretaria en el Cuartel General de Aurores.


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